Una colaboración más que dudosa

La operación Lezo deja esta noche dos importantes novedades: la detención de Javier López Madrid, directivo de la empresa OHL y yerno del dueño de la compañía Villar Mir, acusado de pagar a Ignacio González una comisión de más de un millón de euros por una obra en Navalcarnero, en la comunidad de Madrid. Y la segunda afecta de nuevo a la credibilidad de una institución imprescindible para la confianza ciudadana en la lucha contra los corruptos: Hoy sabemos que el fiscal anticorrupción perdió la batalla de impedir registros en esta operación, pero ganó otra: impuso a los fiscales no acusar de organización criminal a Ignacio González y el resto de detenidos. Da igual, porque el juez sí los está acusando de ese presunto delito, pero Manuel Moix lo intentó y lo impuso.

Todos los partidos de la oposición piden la comparecencia del Ministro de Justicia y del Fiscal General para dar explicaciones. Es desde luego lo más urgente, lo más grave políticamente ahora mismo, pero eso no oculta los detalles vergonzosos que vamos conociendo de la operación Lezo y del caso Gurtel que ayer vivió una jornada especial: por primera vez escuchamos a Esperanza Aguirre ante el tribunal – no supo, no vio, no conocía casi a nadie - y la vimos después ante los periodistas conmovida hasta el puchero al enterarse ahora, dice, de qué pasaba con el dinero que los madrileños le encomendaron a ella gestionar.

Igual que Rajoy, que habla de normalidad por su declaración como testigo en la Gurtel –la primera de un presidente del gobierno en ejercicio en un caso de corrupción –. Le parecerá normal ahora que está citado, pero su partido ha tratado de impedirlo por todos los medios jurídicos a su alcance y pidió incluso la nulidad del juicio hace solo siete meses. "Es normal" dice Rajoy y colaborarán con la Justicia. Si, ya lo vemos, para eso está Manuel Moix en la Fiscalia Anticorrupción. Para colaborar.