¿Quién arriesga en la ficción española?

Madrid

Con la llegada de las plataformas online a España, Netflix, HBO, Amazon, y la reconversión de Movistar Televisión a la producción de series, hay mucha expectación y esperanzas de lo que será o dará de sí la nueva ficción televisiva en nuestro país. De momento ni HBO ni Amazon se han pronunciado todavía sobre qué productos españoles financiarían o producirían. Mientras Movistar despliega su maquinaria con La zona, La peste y Vergüenza para la próxima temporada, Netflix ya ha lanzado su primera producción nacional, Las chicas del cable.

En el momento en el que se anunció que sería esta la primera serie en rodar aquí, con la productora Bambú, creadora de productos como Velvet o Gran Hotel, se armó cierto revuelo entre la crítica por la falta de riesgo de la plataforma, que priorizaba la búsqueda de un público femenino, el que le falta, según anunció Ramón Campos, responsable de Bambú, en la presentación europea de Netflix, celebrada este año en Berlín.

Las chicas del cable es más de lo mismo. Un drama de cuatro mujeres, trabajadoras de la compañía Telefónica -casualmente, la propietaria del gran rival en España de Netflix-. Son jóvenes y guapas y viven a finales de los años veinte, época de la lucha por el sufragismo y la emancipación de la mujer. Sin embargo, ¿hay una clara apuesta por planteamientos feministas? ¿Están estas mujeres subordinadas al amor romántico como en la mayorías de las ficciones televisivas de nuestro país? El gigante del streaming busca asentarse en el mercado español y reforzar su posición en el latinoamericano con una apuesta conservadora que no esconde lo que es. Bambú no aspira a revolucionar la ficción, crea éxitos rentables y reconocibles que, según admite Ramón Campos, espera que puedan servir para financiar alguna obra maestra.

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Y mientras las nuevas plataformas producen según mercado o tiran de grandes nombres del cine, las cadenas generalistas van dando pasos de gigante para afianzar una televisión adulta que seduzca a millones de espectadores. Antena 3 estrena este martes La casa de papel, la nueva 'locura' de Álex Pina -creador de 'Vis a vis' y ex de Globomedia- con la dirección de, entre otros, Javier Colmenar. Un thriller que narra el mayor atraco de la historia en el que un grupo diverso de maleantes, que responden a nombres de ciudades como apelativo, tratan de robar 2.400 millones de euros de la Fábrica de Moneda y Timbre.

Un puzzle trepidante, alejado de la series blancas, que indaga en la ambigüedad moral de unos personajes con mucho recorrido. Si Vis a vis nació con la etiqueta de Orange is the new black y el viaje de su protagonista la acercó a Walter White, en esta ocasión ladrones, rehenes y policías rebuscan en su pasado, en sus relaciones personales y sus motivaciones para dibujar una extensa gama de grises.

Un toma y daca sin respiro, perfectamente calculado, complejo e inteligente, donde las líneas se difuminan para jugar con el espectador. Con una factura visual exquisita (Miguel Amoedo -Vis a vis- se encarga de la dirección de fotografía) y sostenido en una tensión permanente, el piloto, pese a sus 80 minutos, funciona como un reloj suizo: sin perder el ritmo, abriendo tramas y definiendo personajes. Y a eso le suma toques de humor negro y ciertos gags castizos para una audiencia generalista.

Protagonizada por Úrsula Corbero, Alba Flores o Paco Tous, la ficción encuentra el equilibrio en un reparto coral y sin grandes estrellas. Álvaro Morte desarrolla con El Profesor -ideólogo del atraco y reclutador del grupo de delincuentes- un personaje oscuro, enigmático, con un punto sádico que despierta una seducción intelectual. Entre todos, sobresale Pedro Alonso con una soberbia interpretación de 'Berlín', el cabecilla de la banda. Frío, cínico, inquietante, magnético.

Televisión madura y valiente para sacudir complejos.