¿Resuelven los problemas las consultas populares?

Las dudas que corroen a la clase política y a los ciudadanos de a pie sobre las primarias y las consultas a las bases son como la desdichada margarita a la que se le arrancan violentamente las hojas. Sí, no, sí, no. Hay un consenso teórico mayoritario sobre sus beneficios, pero cada dos por tres llueven los jarros de agua fría sobre estos métodos, tan recientes en nuestro panorama político.

Así que conviene mirar de reojo lo que ocurre en lugares más experimentados, como Francia. De los 450.000 seguidores del movimiento del izquierdista Mélenchon inscritos, han votado realmente menos de 250.000, y dos tercios han rechazado apoyar a Macron para frenar a Marie Le Pen. En la segunda vuelta del próximo domingo, no solo Francia, sino Europa entera, se juega su futuro.

¿Pero esos 170.000 militantes, se supone que más izquierdistas que nadie, de verdad representan a los casi siete millones de votantes que obtuvo Mélenchon en la primera vuelta? ¿Y quién tiene razón, el férreo militante amarrado a la bandera, o el ciudadano que ha ido hasta las urnas sin la ciega obediencia del catequizado? El domingo sabremos si quienes votan asumen las consignas de los militantes o si deciden que lo importante de verdad es que la fascista Le Pen no llegue al Elíseo.

¿Oigo el PSOE y las primarias? Ya llegará el turno, ya.