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Impuestos…¿por nuestra salud?

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Madrid

Cataluña ha empezado a aplicar este lunes su nuevo impuesto a las bebidas azucaradas. También planea la idea del Gobierno de hacer algo similar, frenado por el momento por los “pactos” políticos. Pero ahí está la alternativa para “cuadrar” algunas cuentas…

Pero el asunto tiene su miga y las cuentas no nos cuadran. Por un lado se nos dice que la medida es para mejorar la salud y reducir así el alto consumo de azúcar en nuestro país - muy por encima de lo que recomienda la OMS, Organización Mundial de la Salud - y mitigar una de la claras causas de obesidad, sobrepeso, diabetes… Se piensa que un aumento de los precios retraerá a muchos consumidores a seguir consumiendo estas bebidas o lo harán en menor cantidad.

Pero, curiosamente, en los “argumentarios” de unos y otros no se ven razones de peso que sustenten estos buenos propósitos “saludables” mientras si se dan todo tipo de detalles de cuánto supondrá para las arcas de gobierno catalán y gobierno central. Eso alimenta todavía más la idea de que estamos claramente ante un impuesto para recaudar fondos con el azúcar y los problemas sanitarios muy en segundo plano. Vamos, casi una mera justificación.

Dudan muchos expertos que una subida de unos céntimos en los refrescos, bebidas de néctar de frutas, bebidas deportivas, bebidas de té y café, bebidas energéticas, leches endulzadas, etc, de 0,08 a 0,12 dependiendo de nivel de azúcar y cantidad del envase, vaya a cambiar nuestros hábitos. Yo también: ¿Alguien acostumbrado y “enganchado” a estas bebidas va a dejar de tomarlas o reducirá el consumo por unos céntimos? No lo creo. Ya hay algunas experiencias en otros países donde las tasas de obesidad, por ejemplo, no han bajado con medidas similares, aunque si el consumo.

Además, ¿se va a destinar todo o parte del dinero “extra” recaudado a políticas de salud contra el sobrepeso o la obesidad” en nuestro país? No. No deja de ser un contrasentido que las mismas administraciones que propugnan acuerdos con las grandes industrias alimentarias que están resultando un absoluto fracaso para rebajar los índices de obesidad/sobrepeso en nuestro país, las mismas que ponen en el mercado multitud de productos cargados de azucares y grasas poco saludables, sean ahora las que dicen intentar poner freno a su consumo. ¿No sería más lógico obligar a bajar índices de azúcar o de determinadas grasas en muchos alimentos infantiles o procesados?

Tampoco tiene mucho sentido que las mismas administraciones, tan preocupadas ahora con el azúcar, no regulen la publicidad de ciertos productos, o sean incapaces de frenar los “dañinos” apoyos de determinados colectivos médicos a algunos productos poco saludables… ¿Es creíble que sean ahora las que tratan de poner “paños calientes” a un problema muy serio con medidas de dudosa eficacia? De dudosa eficacia, ¡salvo para sus arcas!

Como dicen muchos dietistas-nutricionistas y organizaciones de consumidores como OCU, si de verdad se quiere atajar un problema de salud serio, probablemente se necesiten de otras medidas, como erradicar la publicidad de determinados productos, bajar de verdad los niveles de azúcar y grasas de muchos productos muy presentes en la alimentación de los españoles, mejorar de verdad la información al consumidor que aparece en el etiquetado para que sea mucho más transparente o, incluso, impedir que “productos con altos contenidos en azúcar lleven alegaciones de carácter nutricional, de salud, o de avales científicos que los respalden”, como dice OCU.

Cataluña, quizá por el “chorreo” de críticas que recibido, parece que se plantea un paso más: poner otros impuestos a otros alimentos insanos, como la bollería.

Pero en esta coyuntura, o cambian las cosas o siempre se pensará que detrás está, sobre todo, la salud de las arcas autonómicas y estatales, no la de los consumidores.

 
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