Los avales son públicos, el voto es secreto

Barcelona

¿En qué se fundan las esperanzas de Pedro Sánchez de ganar a Susana Díaz? En algo muy sencillo: los avales son públicos, el voto es secreto y, en principio, escapa al ojo del que manda. Y esto puedo permitir significativos trasvases de voluntades.

“Un paso más hacia el referéndum”, así ha definido el vicepresidente Junqueras la decisión de su gobierno de encargar las urnas. Pero nunca faltan los maliciosos. Y he oído ya tres veces una especulación. ¿Si en realidad fuera un paso hacia la suspensión del referéndum? El portavoz del gobierno español ya ha anunciado que la fiscalía actuará si se aprecia algún movimiento. Si se impidiera la licitación de las urnas, ¿qué pasaría? El referéndum podría quedar bloqueado antes de convocarlo. Y ya existiría coartada para saltar a la pantalla siguiente: elecciones. Malicias propias de tiempos de mensajes confusos y demasiada distancia entre lo que se dice en público y lo que se dice en privado.

Nueva definición de populismo: hipnotizarse a sí mismo para mejor hipnotizar a los demás.

Emmanuel Macron habría avisado a los presentadores que si Le Pen se pasaba, él podría abandonar el debate. Le Pen se pasó. Pero Macron optó por aguantar. Y le salió bien.

La campaña presidencial francesa llega a su fin, con mucho fango por el camino, pero las emociones a la baja. La suerte está echada. Nadie duda de la victoria de Macron. Otra cosa será el modo de administrarla. De momento, hasta mediados de junio, Macron no sabrá si solo preside Francia o si además la gobierna. Dependerá de la mayoría parlamentaria que salga de las elecciones generales. Y hay mucha gente que le tendrá ganas, empezando por aquellos electores de la izquierda que le habrán votado como mal menor. Quedan lejos aquellos tiempos fundacionales de la V Republica en que el general de Gaulle se permitiía decir: “Yo me ocupo de Francia, son mis ministros los que se ocupan de los franceses”.