Hechos alternativos

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, debería tentarse mucho la ropa en su declaración como testigo por el caso Gürtel y la caja B de su partido. Sea por videoconferencia, como quiere el PP, vaya usted a saber por qué, sea porque acudan los jueces a tomarle testimonio en la Moncloa, como dicen los juristas que sería más apropiado, el señor Rajoy debería tener cuidado antes de adoptar la misma actitud ante el tribunal que la que tuvo ayer en el Congreso a la hora de responder a las preguntas de los diputados sobre el fiscal anticorrupción, Manuel Moix.

Porque ante los jueces se asume una responsabilidad inmediata por lo que se dice (ante el Parlamento también, pero a más largo plazo y menos onerosa) y porque no es posible contestar todo el rato: "no lo sé, no me consta, ni idea, pero qué dicen ustedes", sin que esos jueces saquen la peligrosa conclusión de que el interrogado no quiere colaborar con la investigación. Algo muy desagradable cuando se trata de todo un presidente del Gobierno, que ha jurado defender la ley.

Así que Mariano Rajoy tendrá que esmerarse bastante más, teniendo en cuenta, por otra parte, que su declaración será seguida por centenares de periodistas extranjeros que seguramente no están acostumbrados a la labia de “un vaso es un vaso y un plato es un plato”.

Desde luego, el presidente no debería tomar ejemplo del fiscal general del Estado que ayer en su defensa de Manuel Moix, se comportó como un remedo de Donald Trump, por eso de que existen hechos y hechos alternativos: la fiscalía anticorrupción, dijo, no ha sufrido la menor merma en su fiabilidad. Pues sí, señor Maza, el señor Moix ha sufrido una enorme merma de credibilidad. Y usted, también. Pero el verdadero problema es que la merma afecta a las instituciones que representan. Y no existe el hecho alternativo.