El espíritu del 92
Ningún proceso puede plantearse contra la ley, pero que tampoco la ley puede ser la única respuesta. Todo esto que está ocurriendo supone un monumental fracaso político
undefined
Madrid
Hace mucho tiempo, muchísimo, demasiado, que se acumulan voces advirtiendo de que el tema de Cataluña puede acabar mal. Bueno, ya ha terminado mal porque algunas de las cosas que se han roto yo creo que son irrecuperables, pero todo puede ir a peor.
La opinión de Francino (24/05/2017) - El espíritu del 92
02:04
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/001RD010000004586951/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
No voy a recordar lo que ya he dicho en multitud de ocasiones: que ningún proceso puede plantearse contra la ley –ese para mí es un punto de partida innegociable– pero que tampoco la ley puede ser la única respuesta; que todo esto que está ocurriendo supone un monumental fracaso político. No quiero ir más allá porque cada uno puede leer ese fracaso con sus propios códigos y no tengo ninguna intención de avivar el debate; hoy no.
Más información
Pero sí me gustaría aprovechar una oportunidad, una, que mañana casualmente se nos cruza en el camino para recordar que las cosas… en España y en Cataluña, o en Cataluña y en el resto de España, para que nadie se moleste, no siempre han sido así. Mañana la 1 de televisión española emite la última entrega de esta temporada de ‘Ochéntame’, un formato magnífico en clave de retrato histórico-sociológico que alguien se inventó para acompañar a la serie ‘Cuéntame’, y que ha acabado teniendo un éxito propio realmente notable.
Bueno, pues esa última entrega está dedicada al sueño olímpico de Barcelona, y les confieso que viéndolo me he emocionado; y estoy seguro que no voy a ser el único. Y me he emocionado no sólo por los recuerdos, que también, sino porque Barcelona-92 es la demostración más rotunda de lo que puede hacerse cuando la política, los políticos, las instituciones y los ciudadanos son capaces de hacer piña. Y eso no es ninguna quimera; lo vivimos aquí, en este país, hace apenas 25-30 años. Se habla mucho del espíritu de la transición, que fue la llave para pasar de una dictadura a una democracia sin que descarrilara el tren. Pero a menudo se olvida que otro espíritu, el del 92, le tomó el relevo. Hoy lo vamos a recordar aquí en La Ventana, para que al menos nadie pueda decirnos que no lo intentamos.