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SERIES DE TELEVISIÓN | ENTREVISTA

Terence Winter, el guionista que te hace querer a los corruptos

La pluma que ha moldeado personajes en 'Los Soprano' y 'Boardwalk Empire' reflexiona sobre la creación en televisión, la construcción de antihéroes y su capacidad para empatizar con los mafiosos

Terence Winter, en una imagen de archivo durante la presentación de la serie 'Vinyl' en Nueva York / Andrew Toth / GETTY IMAGES

Madrid

Habla y escupe sabiduría sobre los entresijos de la ficción audiovisual. Destila orgullo por sus personajes. Sabe que forma parte de la revolución narrativa de la televisión pero se siente cómodo bajo un rostro poco reconocible fuera de la industria. Sentado junto a una mesa en la cafetería de la Academia de Cine, no necesita beber agua entre pregunta y pregunta. Le gusta hablar, gesticular, mide cada palabra sin apartar la mirada. Terence Winter (Nueva York, 1960) es una de las grandes plumas de la televisión americana. Un genio desconocido para el gran público.

TELEVISIÓN | Terence Winter, el guionista que te hace querer a los corruptos

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Guionista de ‘Los Soprano’ y creador de ‘Boardwalk Empire’, también estuvo nominado al Oscar por escribir ‘El Lobo de Wall Street’ para Scorsese. Creció en Brooklyn, estudió Derecho y ‘Taxi Driver’ fue la película que cambió su manera de mirar la pantalla y despertó su pasión por las letras visuales. Cogió las maletas y se mudó a Los Ángeles. Se inició en la comedia, un capítulo de ‘Las nuevas aventuras de Flipper’ yotros tantos de ‘Xena, la princesa guerrera’. A finales de los 90, le llegó su gran oportunidad con David Chase, uno de sus mentores y padrinos en HBO. Convertido en uno de sus guionistas estrella, Winter impartió en Madrid una master class invitado por el Sindicato Alma. Entiende que los actores se peleen por un papel en televisión, esboza la crisis del cine y critica que en ‘su’ cadena, la casa de las grandes series, se hayan plegado al fenómeno ‘Juego de Tronos’. Retratista de la corrupción y el crimen, esta es su visión del oficio:

¿De dónde surge su fascinación por la mafia?

De crecer en Brooklyn, Nueva York, la mayor parte. Crecí en una zona que tenía una buena presencia de matones, codo con codo con muchos chicos que eran parte de ese mundo. Así que entendí cómo pensaban, cómo se comportaban, su psicología y todo eso. Me familiaricé con quiénes eran. De crío además leí mucho sobre la historia del crimen organizado y vi todas las películas de mafiosos de James Cagney. Siempre he tenido una fascinación por la gente que vive al margen de la ley. Nunca he hecho nada de eso, pero me ha interesado toda la vida.

¿Es la corrupción un camino para el ascenso social en las sociedades capitalistas? ¿Te empujan a prosperar de esa forma? Por ejemplo, el caso de los italoamericanos

Esa es una de las cosas que tienen en común todos los grupos étnicos que vienen a Estados Unidos, por el modo en que la sociedad está estructurada. La gente que está dentro no deja entrar a los que vienen de fuera, así que tienen que abrirse su propio camino y muchas veces es a través de la delincuencia, normalmente abusando de la gente de sus propias comunidades y a veces de todo el mundo. Eso es parte de la naturaleza humana, al menos en EEUU. Cada cierto tiempo, en una o dos generaciones, estos grupos consiguen integrarse en la sociedad civil y así ha funcionado desde el principio de EEUU con los italianos, irlandeses, judíos, afroamericanos, hispanos, asiáticos y sigue hoy en día con los europeos del este.

Corruptos y mafiosos son personajes con muchos reproches morales. Pero en sus obras nos llegan a resultar cercanos ¿Cómo se construyen para empatizar con ellos?

Creo que si eliges a cualquier persona y miras bien todas las vertientes y colores que crean la personalidad humana, encontrarás momentos de lealtad, empatía o simpatía, incluso en alguien tan despreciable como Al Capone en ‘Boardwalk Empire’. Allí hay momentos en los que lo ves con su hijo sordo o con su mujer y entiendes cómo se siente. Son cosas humanas. Que alguien así tenga momentos de bondad, generosidad o que te apiades de él. Nadie es una sola cosa, todo bueno o malo, y si pasas suficiente tiempo con alguien, descubres momentos con los que te identificas.

Esa es parte de la genialidad de David Chase creando Tony Soprano. Por primera vez la audiencia se vuelve a casa con una impresión cercana y real de cómo es ese jefe de la mafia con un hijo adolescente que le vuelve loco, que discute con su mujer y que tiene los mismos problemas que tienes tú. Solo que él es jefe de la mafia. Tiene momentos cercanos, le gustan las mismas películas que a ti, tiene las mismas discusiones con su hija que tú... Estás relacionado con ese tipo y es interesante aunque de cuando en cuando hace cosas horribles que te recuerdan que no es como tu vecino de al lado, que es una persona diferente.

¿Son estos personajes complejos y profundos la mayor revolución de la televisión? Ahora todos los actores quieren una serie…

Una de las razones principales, y hablo por los guionistas y los actores, es que es un lujo poder contar una historia que dura docena de horas, donde puedes sumergirte con profundidad en la psicología del personaje y por qué hacen lo que hacen. A los actores les permite representar a un ser humano mucho más profundo y complejo que el tradicional bueno o malo. He tenido docenas de actores en los últimos quince años que venían a mí y me decían que si tenían que interpretar a otro súper héroe u otra película de acción, se tiraban por la ventana. Me pedían que les escribiese un personaje interesante y profundo y, por eso, tenemos a actores de renombre trabajando en televisión, porque pueden hacer mejores papeles

También la televisión ha colocado al guionista en el centro del proceso y le ha dado prestigio, ¿ahí está la clave?

Sí, todo empezó por accidente. Cuando la televisión comenzó, casi todo eran radionovelas. Dos personas sentadas frente a una mesa en un escenario muy sencillo. No se requería a un gran director porque la cámara no se movía mucho, no era algo muy cinematográfico y dejaron que fuesen los guionistas los que se encargasen de todo. Con el tiempo, el guionista fue asumiendo todo y, según creció la tele, la ambición siguió ahí. En los años 80 llegó ‘Miami Vice’ con un gran realismo y más ambición. Michael Mann cambió la cara de la televisión y lo que se podía hacer en una serie, pero para esa altura los guionistas y los showrunners estaban tan consolidados que no cambió su papel.

En el cine ha seguido teniendo el mismo papel. Hace unos años escuché a un guionista nominado al Oscar hablando maravillas del director de la película porque le había invitado al set de rodaje a ver algunas escenas. Y pensé: eso debía ser lo normal. Tendría que estar allí todo el rato, que te inviten al rodaje de una película que has escrito… No debería ser una excepción, estar ahí debería ser lo normal. Por esto las series que se están haciendo en televisión son mucho mejores que las películas de cine

¿Scorsese le invitó al rodaje de ‘El Lobo de Wall Street’?

Sí, Scorsese me invitó al rodaje pero no pude ir porque por desgracia estaba en pleno rodaje de la cuarta temporada de ‘Boardwalk Empire’. No pude pero la oferta estaba ahí. Él es uno de esos tipos que trabajan mucho con los guionistas. Él es guionista también y hace esfuerzos por incluir y colaborar con los guionistas en los rodajes para poder preguntarles dudas, por qué está escrita una cosa así, por qué una escena va en ese sitio. Son conversaciones eternas sobre esas cosas y creo que, en parte, sus películas son tan buenas porque respeta a los guionistas.

¿Y Trump podría ser un gánster simpático o es un villano clásico?

No creo que sobreviviese como gánster, no tiene la habilidad de mantener la boca cerrada. Eso es algo básico en el mundo de los gánster, no les digas a todos lo que piensas. No conozco a ningún gánster que ponga en Twitter todo. No creo que hubiese sido un buen gánster, puede participar en una comedia, eso funcionaría.

Si en algún momento le faltan ideas, aquí en España sabemos mucho de corrupción…

Nosotros tenemos nuestra buena dosis de corrupción en EEUU. No necesito más pero si me hace falta ya sé adónde venir

 
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