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Ferrán Latorre: "Los últimos 20 pasos en el Everest fueron los más importantes de mi vida"

El alpinista catalán coronó este sábado el emblemático pico

El alpinista Ferrán Latorre en la ascensión al Everest el 27 de mayo de 2017 / Flickr de Ferrán Latorre

Barcelona

Hoy hace 64 años que el Everest tuvo en su cumbre al primer hombre, Edmund Hillary. Y además, dos españoles logran grandes objetivos en esta misma montaña, Kilian Jornet hizo su segunda cima en la misma semana, y el alpinista Ferrán Latorre cerraba los 14 ochomiles, convirtiéndolo en el primer catalán en hacerlo, y el sexto en toda España.

Ferrán Latorre recibe felicitaciones por su logro de acumular los 14 ochomiles del planeta

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Ferrán Latorre, desde el campamento base ha atendido la llamada relatando las condiciones climatológicas del ascenso a la cumbre. “De los 14 ochomiles que he hecho, es la ascensión que peor he hecho de todas ellas”. Viento, nieve, y muy poco sol al llegar a la cumbre han sido los elementos que han hecho tétrica la llegada, como explicaba Latorre. “Mi último ochomil, el Everest que es la montaña que siempre he deseado escalar y es la vez que menos visión he tenido del planeta”. A la pregunta de qué se siente una vez llegada a la cima Latorre ha respondido que depende mucho de las circunstancias personales, “de cómo has vivido la ascensión, de lo que representa esa cumbre para ti personalmente, lo que te ha costado”, para él en esta ocasión significaba “cerrar un círculo, excepcional y sentimental”. “Los últimos veinte pasos que di pensé que eran los pasos más importantes de mi vida, así que los disfruté muchísimo”.

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De todos los deportes que existen, el alpinismo no tiene reglas escritas, “cada uno pone sus reglas y objetivos a su medida” y ha reconocido que le hubiese encantado subir sin oxígeno. Describiendo un poco esta pasión, declaraba al alpinismo como "algo más que un deporte, uno no puede vivir en el mismo carril que el deporte en todos los sentidos”. Le preguntamos si ha podido hablar ya con Kilian, y aunque todavía no lo haya podido hacer, bromeaba sobre el triunfo de Jornet que “nos deja un poco en ridículo a los demás, yo le mataría, lo digo con cariño”. Y dando explicación a por qué el joven corredor no llega a tener mal de altura, Ferrán ha explicado que se debe a que “va tan rápido que no le da tiempo, lo peor en altura es pararte”.

Latorre y Oiarzabal, dos buenos amigos

A la conversación también se ha unido Juanito Oiarzabal para felicitarle. Ferrán le ha agradecido la enhorabuena recordándole su subida conjunta al Annapurna, siendo el del catalán el primer ochomil, y el último del vasco, donde Latorre no se imaginaba que podría lograr completar los 14 picos años más tarde. Juanito ha reconocido que el Everest se le resistió un poco a Ferrán, “conmigo has estado en dos ocasiones, en la cara norte la primera vez nos tuvimos que dar la vuelta todos”. Alentándole de que ya habrá una segunda oportunidad para aprovechar plenamente de la cumbre del Everest, le ha recordado que “ya has terminado y ahora tienes que empezar a disfrutar de lleno de todas las cumbres y compañeros”.

Ambos alpinistas coinciden en que sigue habiendo compañerismo a pesar de que se haya comercializado con el paso de los años la montaña. “La solidaridad y el compañerismo no se han perdido en el Himalaya”, afirmaba Juanito. Por ejemplo, Latorre dejó pasar una vez la cumbre del K2 por acompañar a Oiarzabal en la vez que tuvieron que amputarle los diez dedos de los pies, “con Ferrán siempre tendré una relación de amistad”, apuntó el alpinista vasco. “Hay que ser muy raro para dedicarte a esto, uno sus rarezas las soporta en solitario”, reflexionaba Ferrán sobre la personalidad de los montañeos.

Antes de despedirse, Ferrán Latorre ha expresado los momentos más duros que se viven en una situación tan extrema, en esta ocasión la de él fue “sobre la 1 de la mañana cuando mi sherpa me dijo que se bajaba y me dejó solo”. Aunque más que momentos puntuales, ha remarcado que en tanto tiempo se pasa por muchas fases psicológicas: de alegría, euforia, dudas, echas de menos a tu gente, piensas que lo que estás haciendo es absurdo”, ha valorado globalmente la experiencia el montañero.

 
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