Cómeme el tema, cariño

Madrid

En algunas citas de ambiente liberal se juega a adivinar quién es el propietario de la verga que emerge a través de un agujero. Detrás del muro, el susodicho, con los pantalones bajados, saca su miembro para que sea agasajado por cualquiera de los presentes. La diversión se intensifica cuando no es uno solo el que saca a pasear su entrepierna y el resto de asistentes, le hacen carantoñas. Siempre, las parejas habituales de los ascendientes miembros reconocen el tipo que va pegado a su polla. Son años viéndola, besándola, mimándola, sabiendo hacia el lado que carga, el grosor del falo y la diferenciación del capuchón.

Conocemos a la perfección nuestros juguetes preferidos

En ninguna de estas fiestas he visto que ese mismo juego se haga con vulvas. Lo cual no quiere decir que no haya quien lo haga, pero tampoco conozco ningún local de ambiente liberal que publicite "agujeros gloriosos" femeninos y... no sé por qué me da que la mayoría de las que lo usaran, no tendrían la misma fortuna que cuando son ellos los que exhiben su anatomía. Quizás sí a la hora de probar sus sabor, de comerlos con cariño. Pero dudo que los amantes de años reconozcan a sus hembras desde este punto de vista. Nadie nos ha enseñado a que seamos tan curiosas con lo que tenemos entre las piernas. Y ellos, la mayoría de las veces, no los miran más allá del monte de Venus. Con lo bien que nos vendría y lo a gusto que envejeceríamos, si nos lleváramos mínimamente bien con este tesoro y cuyo nombre variamos para no mirarlo de frente: "sapo con rulos", "parrús", "azafranera", "pepitilla", "pocheta", "peseta", "monono", "felpudo", "concha", "papo", "almeja", "conejo"... Mil maneras de llamar a mi coño, una sola para pedir lo que más me gusta: ¡Cómeme el tema, cariño"

Quizás ya va siendo hora de que llamemos a las cosas por su nombre. Y que reclamemos lo que queremos.

Voto por ello.