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A VISTA DE LOBO

"La semilla del odio"

De la invasión de Irak al surgimiento del ISIS

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Madrid

“Yaroub ha sido más que un traductor, ha sido un amigo, un protector y un guía. Nuestra familia en Irak”. Son palabras de los periodistas Javier Espinosa y Mónica García Prieto a su paso por los micrófonos de A Vivir.

De izquierda a derecha, Javier Espinosa, Mónica G. Prieto, Yaroub, Ramón Lobo y Javier del Pino

De izquierda a derecha, Javier Espinosa, Mónica G. Prieto, Yaroub, Ramón Lobo y Javier del Pino / .

De izquierda a derecha, Javier Espinosa, Mónica G. Prieto, Yaroub, Ramón Lobo y Javier del Pino

De izquierda a derecha, Javier Espinosa, Mónica G. Prieto, Yaroub, Ramón Lobo y Javier del Pino / .

Javier y Mónica nos han visitado acompañados de su fixer para presentarnos su último libro "La semilla del odio" (editorial Debate). En el argot periodístico un fixer es un ayudante que facilita la realización de reportajes y noticias en lugares de conflicto: busca fuentes, es traductor y guía. Es una herramienta fundamental para el desarrollo del trabajo del periodismo en lugares desconocidos y peligrosos. Yaroub es un hombre culto, afable y con un destacado don de gentes. Nada más comenzar la conversación explica, con un marcado acento árabe, que el trabajo con extranjeros le había convertido en un privilegiado entre los iraquíes porque “tenía un sueldo de 250 dólares al mes”, todo un lujo en su país. Pero el rostro de Yaroub está marcado por el sufrimiento. Trabajar como fixer le granjeó la envidia y el odio de muchos que le veían como un espía al servicio de Occidente. En 2005 fue secuestrado en un puesto de control y torturado por milicias chiíes durante casi un mes. Su hermano mellizo, Jamal, pasó un año encarcelado acusado de pertenencia a banda armada. Aquel año fue el comienzo de una gran pesadilla para ambos y para el resto de iraquíes. Las cenizas del régimen de Sadam Husein dieron paso a un caos que se adueñó de Irak y, después, de todo Oriente Medio.

La invasión ilegal de Bagdad en 2003 y el vacío de poder posterior sumió al país en un gran caos. Al tiempo que resucitaba el odio sectario que había permanecido mudo bajo la dictadura de Sadam Husein, la mayoría chií, reprimida durante décadas, ascendía al poder. Si a esos factores añadimos el descontrol de las tropas ocupantes que acamparon a sus anchas “el país se consagró como el terreno idóneo para el crecimiento del extremismo y la locura.”

“De aquellos barros vienen estos lodos”, comenta la periodista. “Los atentados de Londres o París que estamos viendo en los últimos meses son la consecuencia de unas heridas que aún permanecen abiertas.” Javier Espinosa asiente y añade: “Lo primero que tenían que haber hecho las tropas occidentales fue establecer el toque de queda pero no lo hicieron. No se protegió a la población civil. Aquello fue un descontrol.”

Yaroub abandonó Irak en 2006, el horror de la guerra le obligó a exiliarse con su familia primero a Siria y después a Oslo (Noruega), ciudad en la que vive actualmente. Su mirada y su testimonio representan la complejidad del caos surgido después de la invasión de su país. Un caos que se extendió más tarde por todo Oriente Próximo.

A VISTA DE LOBO (02.JULIO.2017)

21:33

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En “La semilla del odio”, Mónica G. Prieto y Javier Espinosa realizan un magnífico repaso a una década de vivencias en una de las zonas más conflictivas del mundo. Sus páginas desgranan cientos de historias, vidas rotas por el dolor que producen la guerra y el odio. Testimonios que muestran la soberbia de Occidente y explican cómo esa región quedó secuestrada por el Estado Islámico de Irak, origen del ISIS.

 
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