No de esta manera

Madrid

En Cataluña hay un considerable número de independentistas, ciudadanos, muchos de los cuales eran independentistas mucho antes de que se convirtieran muchos de los políticos. Hay también un importante número de personas que quieren ser consultados, que creen que es la única salida a la situación, que se pregunte y ellos ya contestarán. Unos dirán que sí y otros que no, que no quieren la independencia, pero para saberlo habrá que preguntar.

Esto es lo que dicen las encuestas que llevan meses preguntando a los catalanes qué es lo que quieren. Pero es muy probable que ni los que quieren la independencia desde antes que los políticos, ni los que quieren responder, quieran una consulta con los mimbres con los que se está fabricando la del 1 de octubre.

Sin ninguna garantía -a pesar de que hoy dice el gobierno catalán que la Ley del Referéndum prevalece por encima de cualquier otra, léase Constitución o Estatut-, nadie quiere fabricar las urnas, los funcionarios tienen dudas sobre lo que tienen que hacer, incluso aquellos que fueran llamados a formar parte de una mesa electoral. Hay decisiones individuales que no tienen cobertura legal a pesar de que el Govern insiste en lo de las garantías.

Ayer a un conseller se le ocurrió exponer las dudas e incluso plantear algo que todo el mundo sabe tanto dentro como fuera del Govern; que el referéndum no se realice porque el gobierno central -y esto es una obviedad- tiene capacidad para paralizarlo. Es una obviedad que Puigdemont no quiere oír y no quiere que se diga en voz alta por si los catalanes se dan cuenta, como si fueran tontos.

Y después de todo esto dice el gobierno catalán que el resultado, voten los que voten, será vinculante; porque yo lo valgo podríamos añadir. Puigdemont no acepta discrepantes, ni temblorosos, los purga sin contemplaciones, llevado por un delirio que parece no tener freno. No creo que los catalanes quieran ni un referéndum ni una independencia, algo muy legítimo de reclamar, de esta manera. Tampoco creo que se lo merezcan, sobre todo los que tiraron del carro al que luego se subieron los oportunistas.