Si te contara

Madrid

Tengo a la niña otra vez de morros, y sabe Dios que no sé qué le he podido decir esta vez para que reaccione como si la estuviera torturando.

-No le hagas caso -me dice su padre-, es mejor que nos escoja como enemigos. Mientras sienta algo, la tenemos de nuestra parte.

Le resulta muy sencillo mantener la calma y mostrarse sosegado, porque en esta extraña guerra unilateralmente declarada por la niña, yo soy la nación enemiga y él el país neutral. Con qué cuidada intención me mira a mí con desprecio para irse a hacerle cosquillas a su padre en el sofá. Con qué esmero saca sus uñitas de gata timorata para destrozar el corazón de su madre.

Si te contara, hija desagradecida, niña malcriada, ingrata de mi sangre, lo que te queda por vivir, ni siquiera te lo creerías. Si te dijera lo linda que eres, lo que le espera en el futuro, con tu fuerza, y la paciencia de tu padre, y mi pronto rápido. Si pudieras verte con mis ojos, si pudiera, de pronto, llevarte a los veinte, a los treinta años, para que te observaras desde entonces y no desperdiciaras esta bendita adolescencia que nos dedicas en malos ratos y en peleas ridículas.

Si pudiera evitarte los dolores que te quedan por tu mala cabeza, las noches de soledad porque te da la gana encerrarte en tu cuarto y compadecerte. Si pudiera ahorrarte todo esto, si pudiera regresar al pasado y mirar a mi madre y decirle tenías razón, tenías razón, cuánta razón tenías...