La fase de desconcierto

Barcelona

La ley del referéndum catalán estaba suspendida, ahora ya es nula. Y con ella el propio referéndum. Así lo ha decretado el Constitucional, el mismo día en que el soberanismo respondía en la calle al encarcelamiento de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart. Una jornada de tanteo, a la espera de la gran manifestación que se prepara para el sábado. Con una pregunta: ¿ya estará para entonces suspendida la autonomía?

El proceso catalán no deja de dar tumbos y ahora está en fase cierto desconcierto. Se nota en las conversaciones el cansancio en torno al monotema y crece el miedo a que la economía se desballeste. ¿Ves una salida? Esta es la pregunta más repetida hoy en Barcelona. Todos querrían vislumbrarla. Nadie la encuentra: mírese dónde se mire, se ve un muro: llámese artículo 155 o imposibilidad de crear las mínimas condiciones para el diálogo. Unos quieren negociar la república y los otros solo admiten la rendición, ¿y el referéndum? Este podría ser el punto de encuentro, pero el gobierno español no quiere ni oír hablar de ello. Y, sin embargo, bastaría con un pequeño retoque legal para hacerlo posible. Cataluña quiere sentirse cuerpo, y España solo la considera un brazo del suyo. Y así es difícil hablar de igual a igual.

Lecciones de la historia que no se pueden olvidar ante la crisis política que vive España: cuando se emprende una política de cambio trascendental hay que asegurarse de que se dispone de las condiciones para hacerla posible. De lo contrario, puede desencadenarse los efectos no deseados. En 2011, se iniciaron diversos procesos de cambio en España, esperemos que el resultado final no sea una gran restauración conservadora.