¿Y si cuando lleguen las elecciones vuelven a ganar los soberanistas?

Barcelona

Es difícil quitarse de encima la tristeza de ver que nos estamos acercando al momento en que el gobierno de España cese al presidente electo de Cataluña y su gobierno y ponga bajo su tutela a las instituciones autonómicas. Se mire por dónde se quiera es un fracaso de todos y un síntoma de crisis de gobernanza del régimen. Sin duda el independentismo se ha creído sus fantasías y ha querido ir más allá de dónde alcanzaban sus fuerzas, pero cinco años de inacción política de Rajoy, conforme a la tradición de los gobiernos de España de no hacer política en Cataluña, como decía en El País el exministro Josep Piqué, también suman. Y no hacer política significa no querer reconocer la realidad. Ahora Rajoy descubrirá el precio de la inacción.

¿Quién determinará que la normalidad constitucional ya ha sido restablecida y que ya se pueden convocar elecciones en Cataluña? ¿Qué criterios objetivos se establecerán para ello? ¿Cuál es la distancia entre la realidad y la normalidad? Estas son algunas de las muchas preguntas que ponen en evidencia la enorme dificultad de la vía por la que se ha metido el gobierno. ¿Y si cuando lleguen las elecciones vuelven a ganar los soberanistas?

Ni Declaración unilateral, ni artículo 155, lo dijo la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Y tengo la sensación que en este momento es opinión muy extendida en la sociedad catalana, que más allá de los comunes alcanza a sectores tanto del independentismo como del unionismo. Una vez cesado el presidente Puigdemont, Ada Colau se convertirá en la personalidad de referencia de la política catalana. Su papel puede marcar el futuro.

Y, sin embargo, todavía hay una opción para evitar que entremos en el terreno de lo desconocido: que el presidente Puigdemont convoque elecciones, sin adjetivos, autonómicas normales y corrientes. Parece improbable por las presiones de buena parte de los suyos, que todavía siguen soñando en poder sacar ventaja del enfrentamiento. Pero es la única salida racional que evitaría la intervención y todas sus consecuencias.