El zar y el ADN
La evolución de los estudios de ADN y cómo han servido en la identificación de la familia Romanov.
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Anastasia
Madrid
Se necesitaron casi ochenta años para que el ADN resolviera el último capítulo de la historia más popular de la Revolución Rusa: la de los Romanov.
Los Romanov y el ADN
23:09
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En el interior de la catedral de Pedro y Pablo en San Petersburgo reposan santificados por la misma iglesia ortodoxa en la que da comienzo el audio, los esqueletos de los Romanov, reconstruidos con cerca de los mil fragmentos hallados en una tumba en las afueras de Ekaterimburgo, Rusia.
Algunos fragmentos viajaron a Londres y Estados Unidos en los últimos años, hasta que la genética pudo garantizar las identidades de cada uno de los miembros. Al mismo tiempo cancelaban la extraña suplantación que alcanzó al cine con el título de Anastasia, encarnada por Ingrid Bergman, y premiada con un Oscar por su interpretación.
La ciencia que permitió analizar el ADN antiguo en la década de los ochenta, ofrece un viaje a nuestro pasado genético que empieza a popularizarse, gracias al abaratamiento espectacular de los mapas genéticos. La periodista Rosa Jiménez Cano nos cuenta los pocos pasos que tuvo que dar para conseguir el suyo en San Francisco, así como los detalles que la sorprendieron de los resultados.
El Director científico del influyente Instituto Pasteur de París, el mallorquín-francés Lluis Quintana-Murci, nos ayuda a entender el interés actual de la genética, y el múltiple origen de nuestra mezcla de genes.
La legislación actual impide el acceso libre al mapa genético en nuestro país, ha de hacerse por solicitud médica. Los genetistas se preocupan por prevenir lecturas ramplonas de los datos pero-observa Quintana-Murci- es la puerta a la medicina de precisión que ahorraría millones a la Seguridad Social.
Los genes de los Romanov llevan años entre nosotros, ya que María Vladimirovna Romanov nació en Madrid en 1953. Sigue el calendario ruso, acude a la iglesia ortodoxa y visita siempre que puede el país del que se siente zarina. La gran duquesa, como es conocida por la gente de su entorno, educada en París y en Oxford, es jefa de la casa imperial rusa y se ha autoproclamado emperatriz y autócrata de todas las Rusias.
