Un problema evitable

Las últimas previsiones demográficas de la OCDE sugieren que para 2050 un 13% de los españoles tendrá menos de 30 años de edad, mientras que un 40% superará los 65 años. Es decir, que España, que está ya entre los 10 países del mundo con una población más envejecida no solo no mejorará su situación, sino que empeorará.

Cada vez hay menos niños y no es difícil averiguar los motivos: la precariedad laboral y la dificultad para independizarse del domicilio paterno retrasa o incluso elimina la posibilidad de tener hijos. Por eso, la población española aumentó solo muy ligeramente en 2016 y eso por primera vez en 5 años. Fueron cerca de 89.000 personas más, pero eso incluye a inmigrantes que consiguieron la nacionalización. Los datos previstos para 2050 son muy preocupantes, desde luego, pero no tendrían por qué ser inevitables. Primero, porque la situación económica no tiene por qué mantenerse 10 años más y segundo, porque la inmigración sigue siendo un arma muy poderosa para rejuvenecer poblaciones.

Alemania, un país más envejecido aún que España realizó el milagro de disminuir ligeramente su media de edad gracias a un fenómeno que provocó mucha polémica en su momento, pero que le está proporcionando ya bastantes más ventajas que inconvenientes. En pocos meses, Alemania acogió casi a un millón de refugiados e inmigrantes procedentes en su mayoría de Siria e Irak. La mayor parte de esas personas eran hombres y mujeres jóvenes que, o bien ya formaban una familia, o bien la formarán en los próximos años. De un solo golpe Alemania empezó a creer que 2050 quizá no sea un horizonte tan amenazador desde el punto de vista demográfico. Porque no hay niños suficientes en Alemania o en España, pero los hay en otras partes del mundo. La edad media de España es de 43 años, la de Paraguay, por ejemplo, 16 años, la de Níger 15.