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Venganzas de cama

La Tana tiene la venganza perfecta para esos amantes que te rompieron el corazón.

Getty Images

Madrid

El primero que me rompió el corazón me lo desmenuzó porque fue lo suficientemente honesto como para ponerle fin a aquella relación que lentamente se retorcía. Me costó infinito dejar de torturarme con el recuerdo de sus besos, con las reminiscencias de su olor. Me torturé durante meses, incluso puede que fueran años, recordando una noche de verano en la que me besó bajo el canalón de un edificio por el que caía sin mesura el agua. Los primeros años pensé cómo vengarme. Juro que ideé todas las situaciones en las que él podría aparecer, pedirme de nuevo estar con él y yo... Yo lo despreciaría con crueldad.

La venganza me alimentó mientras la moldeé en la cabeza. Mientras ideé y pergeñé, mientras desgranaba y deducía. Gracias a todas y cada una de mis venganzas, a esas que he ido madurando que no realizando, he aprendido mucho más de mí. Me he dado cuenta de por qué aquel hombre que me desnudaba con sigilo había decidido cambiarme por otra que gustaba de que le arrancaran la ropa. Admití que lo mismo no me quería tanto como yo creía; encajé que quizás no le interesase mi futuro y por eso decidió no seguir en mi presente.

Como dice Guillermo Arriaga, al que ya tardan en leer si es que no lo han hecho: "Tu calidad humana no puede depender de la calidad humana de los demás"... Así que ¿vengarte? ¡Para qué! Es probable que eliminando a esa persona de tus pensamientos consigas rendir cuentas hasta con su recuerdo.

Prueba a ver... Y me cuentas.

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