Cavad, cavad, malditos

Madrid

A menos de un mes de las trascendentales elecciones convocadas en Catalunya y a la vista de las cosas que sigo escuchando, tengo una pregunta, bueno dos. Primera: ¿alguien se ha enterado de verdad de lo que ha ocurrido? porque lo que ha ocurrido es que tenemos una ruptura del carajo dentro de Catalunya y una resurrección del nacionalismo español que da bastante miedito. Segunda: ¿alguien está pensando seriamente en qué hacer a partir del 22 de diciembre? me refiero a recoser heridas, a reconstruir afectos, a proteger puentes, a preservar algún espacio en el que podamos debatir sin acabar a guantazos; y no hablo sólo de los políticos.

Bueno, pues a día de hoy me temo que la respuesta es no. Para empezar los líderes más visibles del fracasado proyecto unilateral de independencia se están superando a sí mismos; el primero el expresident Puigdemont, que igual se saca de la manga un referéndum para que Catalunya decida si sigue en la Unión Europea como acusa al CNI de deslealtad y sugiere que igual podía haberse evitado el atentado de Barcelona. Que tiene tela, claro que algunos compañeros –y compañeras– de Esquerra Republicana tampoco le andan a la zaga insistiendo en esa siniestra –y nunca avalada con pruebas– teoría de que el gobierno español les habría amenazado con muertos en las calles; que sólo por eso se abortó la implementación de la República.

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Y, claro, todo eso resulta tan lamentable que proporciona abundante munición a quienes aprovechan la coyuntura para saldar cuentas ya no sé si con los independentistas, con Catalunya, o con la historia.

El escritor Antoni Puigverd cita hoy en La Vanguardia” tres ejemplos que no surgen precisamente del ámbito político. Un filósofo que asimila el hecho diferencial catalán con la butifarra; un sociólogo que retrata la sociedad catalana como “señoritos de mierda” y un periodista que hace caricatura con la figura del preso. ¿A qué nos conduce todo eso? pues al resentimiento. Y como bien nos recuerda el propio Puigverd “esa es la gasolina más poderosa, pero también la más maléfica. Porque nada bueno se construye con el resentimiento”. El resentimiento de unos y la prepotencia de otros pueden formar un coctel de altísimo riesgo.

Resumiendo: ya sé que el 21 de diciembre hay elecciones en Catalunya, pero no acabo de entender las bondades –o los beneficios– de seguir ahondando en la brecha, en la división, en todo aquello que nos separa y nos enfrenta; en herirnos, en definitiva. Porque algún día tendremos que abandonar las trincheras, ¿no? pero si hay gente que sigue cavando, cavando y cavando nos va costar un montón. Un montonazo, que diría mi niño.