Los Goya más heterogéneos pero con pocas mujeres

Madrid

2018 es un año raro para nuestro cine, al menos para los Goya. El ansiado relevo generacional al fin ha llegado. No solo como una anécdota, sino mostrando la buena cantera de directores y directoras -aunque pocas- jóvenes. Pase lo que pase el próximo 3 de febrero, en la ceremonia de entrega de los premios del cine español, Verano 1993 ha sido la película y el milagro del año. Opera prima de una directora joven, Carla Simón, una historia íntima y de pequeño presupuesto que ha ido ganando premios fuera y dentro. Empezó en Berlín y siguió en Málaga. Verano ha tenido además buen éxito en la taquilla y ha puesto de acuerdo a periodistas y críticos.

Junto a ella están nominadas otras películas que muestran la diversidad y la calidad del cine español que, cada vez derriba más falsos mitos, que nunca existieron pero que todavía hacen daño. Por ejemplo, que no hacemos bien el cine de género. Ahí está Verónica de Paco Plaza para contradecirlo. Más clásicas y veteranas son otras dos nominadas, El autor, de Martín Cuenca, y La librería de Isabel Coixet, que ganaron el premio Forqué -el que otorgan los productores- este fin de semana empatando.

La variedad de propuestas y de historias no solo en el género, sino también en la variedad lingüística, que muestra, como decía Aitor Arregi, director de Handia, la fuerza del cine frente al contexto político. Handia, la historia de un gigante vasco en plenas guerras carlistas, está rodada en Euskera y Verano 1993 en catalán. "Esto demuestra lo que ya sospechaba que la Academia vota sin complejos lo que les gusta, no por un idioma. Estoy muy contento de formar parte de ese abanico de diversidad, decía Arregi.

Sin embargo, la asignatura pendiente sigue siendo la igualdad. Las mujeres solo han logrado 30 nominaciones frente a las 83 conseguidas por los hombres en esta edición. Pero además en ocho categorías no hay ninguna mujer representada y solo dos directoras, Isabel Coixet y Carla Simón han sido finalistas. Coixet en mejor dirección y Simón en dirección novel. "Creo que es insuficiente, todavía hay mucho por hacer. Creo que hay que pedir a los políticos más políticas en favor de la mujer en la industria del cine", decía Simón.

Coixet explicaba que ella desde sus inicios ha vivido en una industria dominada por hombres. "Yo he visto a señores de nuestro cine que no se daban cuenta de que yo escuchaba con conversaciones de un nivel... que porque no tenía el móvil sino que lo hubiera grabado. Pero además directores de festivales", explicaba Coixet.

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También Natalí Poza, una de las nominadas a mejor actriz por No sé decir adiós exponía la dificultad de las actrices para encontrar papeles interesantes, ya que hay pocos personajes femeninos. "Tenemos que pasar de la reivindicación a la acción y empezar a asociarnos y a trabajar por ello. Siempre he esperado papeles, igual hay que buscarlos", aseguraba. Según un estudio de AISGE y la Unión de Actores, solo un 37 % de los papeles en el cine es femenino y a partir de los 35 las mujeres empiezan a encontrar problemas para trabajar.