Un triste panorama
Los comunes se mantendrán siempre que puedan en la hipocresía del distanciamiento, pero todos haríamos mejor en saber, cuando haya el menor conflicto, a quién van a apoyar
Un triste panorama
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Pasó en el Parlament lo que sabíamos que iba a ocurrir, pero la jornada nos
dejó nuevos y amargos regustos, más clavos en el ataúd del entendimiento
entre los bloques. Por lo pronto, la constatación, otra vez más, de que el
mero sentido común nos obliga a sumar a los ocho diputados de
Domènech, Colau y Pablo Iglesias en el bloque independentista. Nunca,
jamás, los llamados junteros van a votar en contra de ese sector, ni van a
poner en peligro cualquier iniciativa sustancial que salga de ese bloque. Se
mantendrán siempre que puedan en la hipocresía del distanciamiento, pero
todos haríamos mejor en saber, cuando haya el menor conflicto, a quién
van a apoyar. Están en su derecho, faltaría más, pero es una muy mala
noticia porque lo que necesita Cataluña es, precisamente, zonas grises en
las que pueda crecer alguna brizna de entendimiento entre las posiciones
hoy fanáticamente enfrentadas que acabe con tan enorme brecha. No es
fácil, además, comprar la piel de cordero de Roger Torrent, el nuevo
presidente del Parlament, hasta que los hechos confirmen las palabras.
Tampoco colabora mucho el otro bloque, con una Arrimadas, como Rivera
y toda la dirección de Ciudadanos, envuelta en la bandera del
enfrentamiento, ese nacionalismo español llevado hasta la exageración que
tan buenos réditos electorales les ha dado. Y ahora nos queda, palabras
mayores, la batalla Puigdemont.
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