Suma y sigue

Barcelona

Rajoy ha subrogado tantas responsabilidades a la justicia que parece como si esta se sintiera responsable de hacer política. Los argumentos de Llarena para no relanzar la euroorden contra Puigdemont, son tan abiertamente políticos que cuesta ver la base jurídica que los legitima. ¿Puede la justicia decidir sobre procesos de intenciones? ¿Corresponde a un juez evitar que Puigdemont sea investido? Con tanta confusión se acaban mezclando los papeles.

Sánchez vuelve a acercarse al PP en busca de acuerdos, olvidando que los militantes le devolvieron la secretaria general precisamente por oponerse a la promiscuidad de la gestora del PSOE con la derecha. Tantos años repartiéndose el poder deben unir mucho. Si es un gesto de solidaridad bipartidista, para salvar a Rajoy del empuje de Ciudadanos, pueden salir los dos malparados. igual la FAES tiene razón cuando dice que “PP y PSOE se han despeñado juntos”. Y parecen decididos a seguir aliados en la caída.

Ya no es tiempo de excusas. La cuestión catalana no puede seguir siendo la coartada perfecta para que la oposición siga de vacaciones. De momento el único que aprieta es un envalentonado Ciudadanos. ¿Qué esperan los demás? ¿Saldrán PSOE y Podemos de sus dudas existenciales y sustanciales? Después de las elecciones catalanas se acumulan los deberes. No solo de identidad vive el votante.

Zoido no aprende. De l’1 de octubre a la nevada, su agenda de fracasos, con otro presidente, ya le habría mandado a casa. Pero él no se arruga: “Procuraremos que Puigdemont no pueda entrar ni en el maletín del coche”, ha dicho ufano. Si se le aparece Puigdemont en el Parlamento esta vez Zoido no lo cuenta.

Sorelismo, de Julien Sorel, el personaje de Stendhal. Josep Maria Ruiz Simón habla del sorelismo catalán: La permanente añoranza por las batallas que las generaciones anteriores no llegaron a librar. Suma y sigue.