No somos capaces ni de levantar la voz

Existe una cosa que se llama Derecho Internacional Humanitario. Existe algo que se llama crimen de guerra y que fue definido por el Tribunal de Nuremberg: entre otros delitos incluye el ataque contra lugres indefensos, como hospitales, y contra personal que participa en acciones humanitarias. En menos de seis días, trece instalaciones médicas que apoyaba total o parcialmente Médicos sin Fronteras han sido bombardeadas y destruidas en el enclave de Ghouta Oriental, en Siria, una zona donde la misma ONG ha contabilizado por sí misma en esos días 520 muertos y 2.500 heridos. El 48% de los muertos son mujeres y niños, al igual que el 58% de los heridos, según testimonian los responsables de Médicos sin Fronteras. No existen suministros médicos y los propios profesionales que trabajan en el área han hecho llegar que están exhaustos, sin descanso ni comida, en medio de bombardeos constantes y que no pueden ya atender a un número cada vez mayor de víctimas, que se quedan sin asistencia. El responsable de esos bombardeos es el gobierno del presidente El Assad, según el cual se trata de un proceso legítimo de liberación, una operación destinada a recuperar una parte de su territorio en manos de yihadistas. Pero la realidad es la que es y la que cuentan los observadores internacionales: se trata de una matanza salvaje de civiles en la que no se respeta ninguna regla humanitaria. El Consejo de Seguridad de la ONU pidió un alto el fuego de 30 días, que ni el Assad ni su gran aliado, el presidente ruso, Vladimir Putin, han respetado. Ayer Putin aceptó que se abra un corredor humanitario de solo cinco horas para evacuar a los heridos. Eso es lo más urgente, desde luego, pero llegará un día en que haya que pedir responsabilidades por lo ocurrido y llegará el día en que El Assad tenga que responsabilizarse de crímenes de guerra como el que se está llevando a cabo en Ghouta. Es curioso, en los años 30 del siglo pasado, bombardeos incluso menos mortíferos, como los ocurridos en otra guerra civil, la de España, dieron ocasión a manifestaciones de protesta en todo el mundo. Han pasado cien años y ni tan siquiera somos capaces de levantar la voz.