La guerra por nuestros datos

Lo vamos notando día a día, sin darle la dimensión adecuada. Todos nos piden nuestros datos, con el mayor descaro y la más absoluta naturalidad. Nos piden el número de móvil o nuestro correo electrónico o nuestra dirección postal sin venir a cuento, porque sí, en cualquiera de nuestros movimientos cotidianos... al cambiar unos euros en libras en el aeropuerto, al sacarnos una muela, al comprar unos zapatos... Con la información que damos gratuita e inocentemente se va trenzando la soga que nos ahoga más cada día. La política de cookies nos inunda de información sobre Portugal porque un día nos interesamos por Oporto y nos cerca, sin dejarnos respirar, sobre cualquier cosa de la que alguna vez mostramos curiosidad.

Masas gigantes de información que se almacenan y se venden para usos diversos, legales, alegales o ilegales. Desde todo tipo de operaciones comerciales hasta campañas electorales de precisión con mensajes a la medida, hasta las más sofisticadas maniobras del espionaje o de las fake news.

Ahora, el mundo asiste al sensacional escándalo de Cambridge Analytica, compañía británica de comunicación que accedió a la información personal de millones de usuarios de Facebook sin permiso alguno para diseñar un programa informático a favor de campañas de Donald Trump o del brexit. El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, tendrá que ir a la Cámara de los Comunes para dar explicaciones sobre los sistemas de seguridad de esta red social cuyo nombre ha recibido un golpe durísimo. Ya lo ven; Internet es a la vez el gran espacio de la libertad y el escenario de la mayor batalla contra ella. la guerra de los poderes por el control de los big data. Este es el nuevo universo. En esta realidad hemos de aprender a vivir.