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La opinión de Carles Francino

Correr no es de cobardes

No sé si es necesario a estas alturas recordar además la lista de ventajas físicas y sicológicas que implica el hecho de correr

Correr no es de cobardes

Correr no es de cobardes

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Madrid

Bona vesprada porque hoy les hablamos desde Valencia, la ciudad del running. Para entendernos: una de las capitales de referencia de esa religión laica que consiste en correr, y correr y correr. Nos hemos venido aquí porque mañana se disputa el campeonato del mundo de media maratón, 21 kilómetros, ¡ahí es ! Y supone una magnífica oportunidad para profundizar en ese universo. No tanto a nivel de alta competición, que es lo que se verá mañana; gente con unas marcas estratosféricas, sino del mundo del corredor –y corredora, porque hay muchísimas mujeres- del corredor de base.

El escritor Haruki Murakami, que ejerce como sumo sacerdote de esta moderna religión del running, tiene una frase preciosa, que dice: “Los que corremos no somos élite, pero en cada carrera en la que participamos hay algo épico”. Y tiene razón. Y no sólo en las carreras; en cualquier salida, en cualquier entrenamiento hay algo épico. Los que corren –o han corrido- me entenderán perfectamente.

Yo decía el otro día que esto del correr es una religión laica porque aquí no hay dioses, aquí sólo se rinden cuentan ante uno mismo. Y sin embargo aparecen un buen puñado de valores de los que no suelen faltar en cualquier religión: el esfuerzo, la constancia, el afán de superación…. Yo no sé si es necesario a estas alturas recordar además la lista de ventajas físicas y sicológicas que implica el hecho de correr. Desde el sistema cardíaco o respiratorio hasta la mejoría del humor pasando por una evidencia: que aumenta la libido, que sólo por eso, pues ya merecería la pena. Pero prefiero quedarme con algo más básico, y que yo personalmente he experimentado un montón de veces: correr me transmite, correr transmite sobre todo… libertad. Y como muchas religiones van justamente en dirección contraria, pues yo creo que eso explica, en parte, el éxito del running y justifica que algunos lo llamemos religión laica. Si tuviera que inventar una oración, empezaría diciendo: “padre nuestro, que estás en los suelos…” lo del cielo lo dejaría para más adelante. Pero, definitivamente, correr no es de cobardes. O no sólo.

 
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