Empotrada contra el lavabo
La Tana ha sido testigo de la aventura de una de sus amigas... y parece que le ha dado un poco de envidia
Madrid
La última ha sido Mariana. Quedábamos ella y yo y, el miércoles pasado, ocurrió. Las dos somos fijas de escondite, una taberna en mi antiguo barrio en la que solo se beben vinos de Jerez. Es también un bar un poco de viejos. Por eso me gusta, pero la otra noche, entre la clientela de costumbre, se coló un grupo de universitarios. Si en vez de ser alumnos, hubieran sido profesorado, fijo que habría sido yo la más interesada en los recién llegados.
Soy más de guiso elaborado a fuego lento, que de cualquier filetazo, por mucho que sea de la carne más tierna. Me gustan los sofritos bien picaditos que me majen el nervio. Que no falte ni un ingrediente, que se tomen el tiempo necesario. Que sepan leer en la curvatura de mi espalda si eso que lamen es lo que mejor les sabe. No tengo tan claro que la inexperiencia pueda germinar en según qué entrepiernas… Me sigue sorprendiendo el gusto por la torpeza salvaje que aporta la juventud. No me imagino dejándome seducir por la juventud como si fuera el maravilloso tesoro capaz de descolocarme la cama. Así que, cuando Mariana acabó la última de sus copas y cogió al infante por el cuello para arrastrarlo al cuarto de baño, no pude evitar colocarme para disfrutar con la escena.
Quiero ver el boceto de eso que llamáis bendita follada.
Apoyada en el lavabo mirándose en el espejo mientras el chaval le metía la verga por la esquina de la falda; Mariana se dejó empujar. Cada empellón la empotraba contra el lavabo. Sus rodillas golpeaban contra la loza emitiendo un sonido seco: TOC, TOC, TOC.
Y yo me fui poniendo cada vez más cachonda…
Quizás sea un buen momento para improvisar. Qué más me dará a mí la generación a la que pertenezcan, como si el proyecto de vida lo pudiera dar la añada. Mariana ha sucumbido al placer más absoluto al estilo de los tártaros, carne cruda. Y yo he disfrutado del festín…
A ver si el miércoles que viene vuelve el niñato de mierda.. Que yo ya me he aprendido la teoría de cómo se me podría empotrar a mí contra ese mismo lavabo.