¿Artistas con trazabilidad?

Madrid

El movimiento de denuncia #MeToo, que cumple ahora seis meses, ha señalado en este tiempo a hombres poderosos acusados de abusos sexuales y ha puesto encima de la mesa el debate sobre si esos comportamientos deben tener consecuencias en su trayectoria profesional. Ahora el Metropolitan de Nueva York está pensando si sigue los pasos de un museo de Boston que expuso las obras del pintor austriaco Egon Schiele informando en los carteles de la muestra de que el artista fue condenado en 1912 por la violación de una niña de 13 años.

Parece una fórmula salomónica que evita la censura de un artista por sus antecedentes penales y transfiere al espectador el juicio que le merece su obra a la luz de su comportamiento personal. Pero la polémica sigue viva y esta es si una obra genial deja de serlo por la condición del autor. Y si así fuese, hasta dónde debe llegar la trazabilidad de la vida del artista. ¿Contarán sólo los crímenes o será relevante saber si el autor fue drogadicto, un mal padre, un corrupto o un despistado contribuyente? Datos muy interesantes en la biografía de un personaje público, aunque dudamos si deben figurar al lado de un cuadro, en la portada de un libro, en la carátula de un disco, en la fachada de un monumento o en los títulos de crédito de una película.