'El mundo es suyo', la sátira cuñada

Málaga

Que España y los españoles son una mina para la comedia, ya estábamos advertidos. Nada más hay que ver el máster de Cifuentes, la tropa que rodeó al PP en los años de la Gürtel, el aeropuerto del abuelo o a los ministros cantando el novio de la muerte. Desgraciadamente no solo los políticos generan humor por la cutrez de sus comportamientos, también mucha gente que les sustenta. Contra ellos parecen tirar los dardos de El Mundo es suyo, segunda parte de El Mundo es nuestro, comedia andaluza presentada en el Festival de Málaga y una de las candidatas a hacerse con el premio del público, lo que ya lograron con la anterior.

Película con "recadito", como decía el director, Alfonso Sánchez. "Es una sátira sobre España, sobre el modelo patriarcal, quien lo pille así, habrá pillado la peli, el que se vea reflejado, pues se verá reflejado", defendía el director y uno de los protagonistas, junto a Alberto López. Ambos se llaman Los compadres y han llevado a esa pareja de capillitas andaluces, votantes del PP, amantes de la bandera rojigualda, racistas, homófobos, vagos y deseando dar el golpe que les permita gastar en comida, bebida y cocaína. "Es una reflexión sobre cómo los compadres ven la vida y en ese sentido la sátira va por ahí", definía López. 

Hay mucho de Torrente en esta cinta. No solo el machismo y la caspa; también la complacencia hacía sus personajes. Se ríen del estereotipo sí, pero acaban haciendo una justificación muy española de esos personajes casposos, terribles, reales, que en el fondo son buena gente. Por tanto, la crítica se diluye y el humor tiende, más que a romper el estereotipo, a mantenerlo. La comedia es valiente en los temas que trata, se mete en todo sin miedo: el feminismo, la prostitución, las drogas, la corrupción política, el peso de la Iglesia y la aristocracia en todos los asuntos y hasta Cataluña, con senyera -comprada hace tres años- incluida.