Un preso del franquismo recuerda su paso por el Valle de los Caídos

Madrid

Era 1947 cuando un consejo de guerra condenó a un jovencísimo Nicolás Sánchez-Albornoz a seis años de prisión por haber hecho pintadas en la Facultad de Filosofía de Madrid reclamando una Universidad libre. Al poco tiempo de ingresar en Cuelgamuros consiguió huir y puso rumbo a Francia. De ahí, viajó a Buenos Aires donde se reunió con su padre, historiador y político republicano.

Nicolás tiene hoy 92 años y recuerda con perfecta lucidez lo que vio durante los cuatro meses que estuvo preso en el Valle de los Caídos. "Lo que yo viví no fue nada dramático en comparación con lo que vivieron otros compañeros", dice tratando de rebajar la emoción. "Lo dramático es que allí había gente que llevaba muchos años sin salir a la calle, sin ver a su familia. También vi cómo entraban camiones cargados con comida, no de muy buena calidad, y salían tras no ser vaciados del todo. Es decir", continúa, "esos alimentos destinados para los presos, en realidad se vendían en el estraperlo de Madrid". Sánchez-Albornoz denuncia que en aquel entonces el Estado "hacía negocio con los presos del Valle de los Caídos". "Era algo obsceno", sentencia. "Habría que dejar que la naturaleza hiciese su trabajo sobre ese enclave; que no se destinara ni un solo euro para su mantenimiento de modo que el paso del tiempo fuera haciendo mella en las paredes y muros", concluye.