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El futuro será diverso

El editorial de Celia Blanco en 'Contigo Dentro'

Getty Images

Madrid

Este mes ha sido presentado por el Observatorio Madrileño contra la LGTBIFobia el informe de los delitos de odio acontecidos solo en la Comunidad de Madrid. Sé que este dato es insuficiente para tener la verdadera dimensión de hasta dónde llega el problema, pero, por ahora, el Ministerio del Interior no ha hecho público su propio informe así que nos acogeremos al que tenemos hasta que el ministro Juan Ignacio Zoido tenga a bien presentar el de toda España. Pero ya les recuerdo que en el que presentaron en 2017 por los delitos ocurridos en 2016, un 40% de esos delitos fueron por la orientación sexual de los agredidos. Según los datos presentados por el Observatorio Madrileño contra la LGTBIFObia, los jóvenes lgtbi entre 20-24 años son los que sufren más palizas, más agresiones y más humillaciones por su condición sexual, identidad de género o intersexualidad. Denuncias hubo 321, aunque responsables del propio insitituto advierten que las denuncias solo suponen entre un 2 y un 5 % de las agresiones reales. Aún hay miedo de denunciar, no vaya a ser que terminemos peor, que nos insulten más, que nos hagan la vida aún más imposible. Y sin embargo, la visibilidad de estos actos será nuestra mejor arma para terminar con ellos. Imaginen si en Madrid solo se denuncia entre un 2 y un 5% de las agresiones, imaginen cómo deben ser las cosas en zonas más rurales, donde todo el mundo se conoce, donde se juzga a voz en grito con escarnio y alevosía al que no es como los demás. La obligación de todos los que formamos esta sociedad pasa por eliminar estos delitos de odio y poner el mismo empeño que se ha puesto por ejemplo con el racismo en el fútbol. Si se dan cuenta, cada vez que alguien insulta a un jugador por ser negro se activa el protocolo para sancionar al que no demuestra que #SinRespetoNoHayJuego. Pero a día de hoy, se sigue llamando maricón de mierda al jugador del equipo contrario y si la árbitro es una mujer se la insulta y desprecia. Seguiremos exigiendo tolerancia cero hacia todos los delitos de odio. Seguiremos reclamando políticas educativas de diversidad sexual en los colegios para que los pequeños aprendan a que no hay un único modelo de amor como no hay un único modelo de persona. Seguiremos señalando a los políticos que bramen reclamando pancartas cuando esté toda la prensa pero votando en contra de la ley integral de transexualidad. Nuestra obligación como ciudadanos es mejorar. Y obligar a quien haga falta a que el respeto y la tolerancia sean los pilares de nuestra sociedad. Si no, estamos perdidos. No tengan la desfachatez de llamar mundo civilizado a ese que no persigue, ni condena los delitos sexuales o delitos de homotransfobia.

El futuro será diverso.. O no será futuro.

 
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