La política está alterada

Barcelona

Dos argumentos de Cifuentes en su despedida, lo dicen casi todo. He sufrido una "campaña de acoso y derribo" que "es parte del precio de haber mantenido tolerancia cero contra la corrupción". Hacer de la virtud bandera tiene estos riesgos: cualquier indicio de pecado es una fiesta para los adversarios. Los corruptos del partido han ido a por miss Proper hasta tumbarla. El enemigo en casa. Y sin reparar en gastos. Los métodos también importan y recurrir a vídeos como el que hemos visto hoy es directamente política basura.

Pero dice también Cifuentes: “Doy el paso atrás para que la izquierda no gobierne”, pretendiendo así dar algún punto de nobleza a su dimisión. Cifuentes sabe que por mucho que PP y Ciudadanos se peleen en la disputa por la hegemonía en la derecha, están por la asistencia mutua. Y Ciudadanos salvará Madrid para los conservadores, pensando en sacar tajada de la agonía del PP hasta las elecciones. Por eso parece ingenua la petición de Pedro Sánchez a Albert Rivera de que opte por el cambio y apoye una operación Gabilondo. Aunque bien es verdad que con el espectáculo que ha dado estos días al PP se lo pone difícil a Ciudadanos. Hay socios que contaminan. Y el PP hoy es uno de estos.

Una vez más, se ha demostrado que la estrategia de Rajoy de dilatar las decisiones más allá del sentido común, que tanto proclama, solo conducen al fango. Minimizar la crisis del máster de Cifuentes era absurdo, porque se sabía que las cosas no podían quedar así. Y si Rajoy hubiese cerrado el penoso episodio de las lamentables explicaciones de Cifuentes enseñándole la puerta de salida, no se habría llegado al más cutre todavía, con el vídeo de hoy. Cuando un partido entra en barrena todo sale torcido

Extraños momentos los que vive este país: Catalunya celebró Sant Jordi sin presidente de la Generalitat y Madrid se dispone a celebrar la fiesta de la Comunidad sin presidenta. Lo menos que se puede decir es que la política está alterada. El 15-M y el independentismo no eran espejismos, eran síntomas de una crisis general de gobernanza, cada vez menos larvada.