¡Vivan los árbitros!

Madrid

Cuando estudiábamos en la facultad nos ponían como ejemplo para definir lo que era noticia aquello de “hombre muerde a perro”. Porque era lo infrecuente, lo inusual. Hoy, el equivalente en periodismo deportivo sería: “Árbitro ovacionado en un estadio de fútbol”. Bueno, pues eso ha ocurrido. Y a mí, personalmente, me encanta.

Por mucho que alguien se quiera esconder, hoy resulta casi imposible que no te atropelle el fútbol porque tenemos la lista de Lopetegui para el mundial, la despedida de Iniesta, la de Torres, la de Xabi prieto, también. La pelea en segunda por subir a primera o por mantener la categoría; las promociones que ya están en marcha…

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Pero yo les propongo otra mirada: la de un árbitro que ayer eligió San Mamés para retirarse y que se marchó –efectivamente- entre aplausos. “Hombre muerde a perro”… Siempre me ha parecido –y lo he dicho en muchas ocasiones- de una injusticia atroz el papel de villano que se les otorga a los árbitros. Ya la costumbre de llamarles por los dos apellidos, obviando el nombre de pila, resulta sospechosa; casi suena a ficha policial. Yo creo que es lo contrario: que por la cantidad de veces que intentan engañarles, que no les ayudan, por tanto como les critican o les insultan, o por el porcentaje altísimo de aciertos no reconocidos.

Pues yo creo que, hombre, igual héroes es exagerado, pero creo que son tipos de una pasta muy especial. Y que ojalá esos aplausos fueran mucho más frecuentes. Hoy vamos a tener la suerte de hablar con un árbitro… Feliz.