La deriva de los partidos españoles

Madrid

Italia se dispone a nombrar a un técnico sin ninguna experiencia política como primer ministro, y será el quinto consecutivamente que no ha sido directamente elegido en las urnas después de Monti, Letta, Renzi y Gentiloni. Vamos, que el último que había sido candidato en unas elecciones fue Berlusconi. El nuevo, si le da el visto bueno hoy el presidente de la República, se llama Giuseppe Conte, es abogado y profesor universitario y un desconocido absoluto hasta hoy. Tendrá que ejecutar el contrato de gobierno que han firmado los populismos extremos del Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte. Los mercados lo han recibido disparando, otra vez, la prima de riesgo.

En Francia, el cuestionado dentro y laureado fuera, Enmnuel Macron llegó a la Presidencia de la República fagocitando a los partidos políticos tradicionales y al frente de un movimiento que sólo después se ha transformado en partido.

De los países de nuestro entorno, sólo Portugal resiste, y con éxito, con coaliciones de partidos clásicos y modernos, encabezados por el socialista.

¿Y hacia donde se desliza España? Es muy difícil anticipar ahora mismo hasta dónde llega la descomposición del PP, anticipar qué resultado electoral le dará finalmente a Ciudadanos el nacionalismo español con el que pretende combatir al nacionalismo catalán, anticipar si los votantes socialistas desconcertados o enfadados con su partido saldrán de casa a votar cuando haya que hacerlo, y si Podemos saldrá empequeñecido o roto del túnel surrealista en el que se han metido con la gestión del chalé de Iglesias-Montero.

Es difícil anticipar el resultado de tanta incertidumbre, pero justamente en esta semana, en los próximos días, se deciden algunas claves que determinarán el puzle final.