Si no quiere nada

El anuncio del Partido Nacionalista Vasco sobre la aprobación de los presupuestos generales del estado para 2018 llega casi al mismo tiempo que la advertencia de la Comisión Europea de que el gobierno de Mariano Rajoy debe estar preparado para tomar nuevas medidas de ajuste (o dicho más claramente, recortes) si el déficit se coloca por encima del 3% del PIB. Y eso, dice Bruselas, no se descarta si se cumplen, precisamente, algunas de las condiciones puestas por el PNV para dar sus cinco votos afirmativos. Así que el presidente del Gobierno ha logrado por el momento algo de lo que siempre anda escaso: tiempo. Unos meses por delante a ver cómo evoluciona la economía mundial y si consigue salvarse de la quema. Aprobar nuevos recortes a pocos meses de unas elecciones autonómicas y municipales sería un calvario para el Partido Popular, ya bastante aquejado de mil males. El PNV, por el contrario, parece estar en uno de sus mejores momentos. Tan confiado que hasta puede apoyar al PP pese a que no ha decaído todavía el artículo 155 que mantiene intervenida la Generalitat de Cataluña. Tienen razón los dirigentes del PNV en que la no aprobación de los presupuestos no ayudaría a mejorar la situación económica en Cataluña, pero es difícil que los políticos independentistas catalanes le agradezcan el gesto. Los nacionalistas vascos habían dicho que pondrían como condición inexcusable la desaparición del 155 y a la hora de la verdad, no ha sido así. Interviene la cuota del cupo, la subida de las pensiones y otros acuerdos, pero seguramente, también la convicción del PNV de que el presidente Joaquim Torra no tiene la menor intención de negociar nada. Y si no quiere nada, no se le pueda dar algo.