O Rajoy se va o se le echa

Barcelona

¿Es que la justicia es infalible, señoría?, se pregunta una irritada Dolores de Cospedal. Eterno doble lenguaje de la política. Cuando los jueces condenan a los adversarios, las decisiones judiciales se acatan, no se discuten. Pero cuando el condenado es el PP, las decisiones de los jueces tienen carácter plenamente subjetivo (Cospedal) o condenan por un delito del que no se participó ni se tuvo conocimiento (Catalá). O sea, que el gobierno, que debería ser garante del respeto a la justicia, tiene doble rasero según le va en la fiesta como cualquier mortal. Moraleja: ejemplaridad, ninguna.

¿Cómo es posible que la indecencia domine la política?, se pregunta el filósofo Emilio Lledó. Puede parecer una pregunta retórica, pero no lo es, por lo menos en un día como hoy en que la comparecencia de Cospedal en el Congreso no ha hecho más que llenar de ignominia el ya rebosante cesto del PP. No caben cálculos partidistas. Al punto al que han llegado las cosas no hay salida: o Rajoy se va o se le echa. No hay excusa para esconderse ante la situación creada.

¿Fin de la política de gestos inútiles? Torra sustituye a los consejeros presos o fugados y el gobierno catalán podrá empezar a caminar. El artículo 155 quedará sin efecto, con un gobierno formalmente constituido, sin que Rivera, obsesionado en prolongarlo se haya salido con la suya. ¿Hay que entender que se acaban los brindis al sol y se entra en una fase de voluntad de gobierno efectiva? Jugar a las provocaciones sin capacidad de mantenerse firme en ellas, no lleva a ninguna parte. Cataluña necesita políticas, de gestos vamos sobrados.