Tempestad o calma

Madrid

No sé ustedes, pero yo suelo ser partidario de ver la botella medio llena. Seguramente es un mecanismo de autodefensa, ya lo sé; pero insistir en los problemas, ver sólo las dificultades y remarcar hasta la saciedad que vienen curvas y cuesta arriba, creo, sinceramente, que te convierte en un cenizo. Y además tampoco sirve para arreglar nada.

¿Qué les parece si hacemos una lista de pros y contras de la nueva etapa política que hoy comienza con la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa?

La primera nota positiva, y no me parece poca cosa, es que el presidente censurado haya tenido un rapto de lucidez y de fairplay y haya corregido su vergonzosa espantada de ayer felicitando y deseándole suerte a su sucesor. Me dirán: “¡Pero es sólo de boquilla!”. Ya lo sé, ¡pues claro! pero en democracia las formas también son importantes

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La segunda nota positiva, y para mí la más trascendente, es que este relevo forzado de Rajoy envía un mensaje nítido de que la corrupción, tarde o temprano, se acaba pagando, incluso –como es el caso- al máximo nivel.

Y la tercera es que Pedro Sánchez se ha ganado el derecho a gobernar siguiendo escrupulosamente los procedimientos. Ha sumado apoyos que representan a trece millones de españoles. No es un astronauta, no es un tramposo, se ha limitado a hacer política.

Dicho esto, ¿dificultades? Todas. Un gobierno que nace con la debilidad en su ADN, unos aliados muy heterogéneos, una crisis –la de Catalunya- de una magnitud enorme y con un Partido Socialista que no tiene una única voz, otra crisis –la económica- de la que vamos saliendo pero al tran-tran y con una desigualdad y precariedad lacerantes, y lo que a mí más me preocupa: Con unos adversarios, los defenestrados –el PP- y los que aspiran a estar ahí –Ciudadanos- que me temo van a salir con el cuchillo en los dientes.

Pero bueno, si se dedican al incendio y a la tempestad por sistema también será un buen termómetro para medir su verdadero amor a España. Porque ahora, sinceramente, un poquito de sosiego no le vendría mal a este país. Un poquito. Luego habrá que ir a elecciones, naturalmente, más pronto que tarde, pero unos meses de calma y de recolocarse todos serían fantásticos. Vamos a ver si existe la generosidad suficiente para conseguirlo.

¡Ah, y una cosa más! Que no se me olvide. Esta mañana, escuchando las invectivas del portavoz del PP, Rafael Hernando, contra Sánchez y su moción de censura –lógicas, por otra parte- me acordaba de aquellas palabras de Marta Ferrusola, la esposa de Jordi Pujol, cuando Convergéncia fue desalojada por un gobierno tripartito y dijo aquello de “es como si te entraran a robar en casa”.

Pues no señora, o no señor en el otro caso; son, simplemente, las reglas de la democracia. Convergéncia, por cierto, que ya no existe; hubo que cambiar las siglas porque el tsunami de su corrupción –la del 3%- se las llevó por delante. O sea, que cuidadito con los que a partir de ahora se dediquen a darnos –o a intentarlo- lecciones de moral.