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Te lo llevas fresco

Cuatro ideas para comer bien este mes

Las cerezas, la sandía, el melón y los albaricoques ya están aquí, y tus platos de verano lo van a agradecer. También te damos algunas ideas para acompañar una pechuga de pollo sin complicaciones y en pocos minutos

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Una pechuga bien acompañada

Madrid

Pocas cenas hay más socorridas que una pechuga de pollo a la plancha: si consigues que quede jugosa cocinándola correctamente y darle sabor con tus especias o salsas favoritas, ya tienes la mitad del trabajo hecho. Solo queda decidir con qué acompañarla para completar el plato, y esa suele ser la parte más difícil cuando llegas a la noche con las neuronas fundidas por el calor. Si quieres algo rápido y sencillo, puedes optar por una ensalada de zanahoria rallada con un poco de cuscús o bulgur; aderézala con pasas, aceitunas y una vinagreta de limón si quieres llevarla a Marruecos, o con zumo de lima, sésamo, chile y cilantro para viajar a Tailandia.

Si te sientes con fuerzas para preparar unas verduras al vapor, tus posibilidades aumentan exponencialmente. La calabaza estará lista en unos 10 minutos -apenas cuatro si la haces al microondas-; mézclala con lentejas cocidas, algo de cebolla dulce y una vinagreta con un toque de miel y mostaza. ¿No tienes tanto tiempo? Los guisantes se cuecen solo cinco minutos, que puedes emplear en picar un poco de menta y dorar un diente de ajo laminado para darles un toque final en la sartén.

Cerezas

Estamos en plena temporada de cerezas y debería ser motivo de celebración: ya no hay que hipotecarse para comprarlas, sabes que van estar buenas sí o sí y hasta hay diferentes variedades para escoger, como la Monzón y la Napoleón, muy dulces y perfectas como cereza de mesa, y otras como la Tártara negra o la Lapins, de tamaño más pequeño pero muy sabrosas. Para asegurarnos de que están en su punto buscaremos las de color rojo tirando a negro, de piel firme y sin marcas. Si queremos usarlas para cocinar vamos a tener que deshuesarlas antes: podemos hacerlo con facilidad apoyándolas sobre el cuello de una botella de cristal y empujando hacia abajo con una pajita. Ya las tenemos listas para añadirlas a una sopa fría de tomate, una vinagreta o un ceviche muy poco canónico, pero lleno de sabor.

Cocinar con albaricoques

Hay frutas que ofrecen muchas posibilidades culinarias, aparte de comerlas tal cual. Los albaricoques son una de ellas: no solo forman parte del trío de desayuno más fabuloso del verano -junto a las fresas y las cerezas-; también pueden usarse en sopas frías o cocinarse como acompañamiento de platos dulces o de carne. Lo primero es conseguir unos buenos ejemplares: ligeramente blandos pero no aplastados, sin golpes y que huelan bien. El color y el tamaño pueden ser diferentes según la variedad.

La manera más sencilla de cocinar con ellos es añadirlos a una ensalada; acompañados de algún queso fresco, hojas de espinaca o rúcula, algún fruto seco y unas aceitunas son una auténtica delicia. Pero como se consiguen los resultados más sorprendentes es abriéndolos por la mitad, sacando el hueso y asándolos en una barbacoa un par de minutos por cada lado. Marinándolos previamente con un poco de ron, menta y zumo de lima tendrán un toque de mojito, perfecto para servirlos acompañados de una bola de helado; si lo hacemos con curry disuelto en un poco de aceite, serán un gran acompañamiento para la carne de cerdo, cordero o pato.

Disfruta la fruta

Seguimos con más fruta, claro, porque con los chiquicientos grados a la sombra que nos trae el verano a ver quién se atreve con una fabada. La sandía y el melón son dos de las que mandan esta temporada: refrescan, hidratan y están buenísimas, motivos más que suficientes para que se queden a vivir en nuestra nevera -o en el congelador, si quieres convertirlas en los polos más fáciles del mundo- hasta que pase el calor. Las dos pueden servirte para darle un toque diferente al gazpacho; si le pones melón, acompáñalo con un poco de jamón tostado, si escoges la sandía, prueba con un poco de hierbabuena. Aunque parezca que estas frutas no se llevan bien con el fuego, la sandía a la brasa es algo que hay que probar al menos una vez en la vida. Sírvela tibia, con un poco de queso feta desmigado y una vinagreta con una cantidad generosa de perejil: quien lo prueba, repite.

 
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