La renovación no vendrá del pasado

Barcelona

Se dice que el éxito de Pablo Casado representa en el PP el rechazo de la militancia al aparato y a las élites del partido, al modo de lo ocurrido en otras partes, en estos tiempos de malestar y desconfianza. Y, sin embargo, Pablo Casado solo puede alcanzar la presidencia del partido si cuenta con la complicidad de Cospedal y su gente. O sea el antiaparato solo puede ser entronizado por el aparato. Parece una paradoja, pero simplemente es la realidad del PP. Ni Sáenz de Santamaría, mano derecha de Rajoy, ni Casado representan renovación alguna. Casado es más joven, esto es cierto, pero ideológicamente se sitúa en el aznarismo bis. Y difícilmente la renovación del PP vendrá del regreso al pasado.

En vigilias del primer encuentro entre el presidente Sánchez y el presidente Torra el independentismo aprueba en el parlamento catalán otra moción de ruptura y el gobierno español la impugna. Afirmación de posiciones como prólogo de la reunión. Al independentismo le cuesta pasar del ruido a la eficacia y el gobierno recuerda su obligación de defender el marco legal. Algunos verán en estas declaraciones de principios el anticipo de un fracaso. Sin embargo, prefiero quedarme en lo positivo: Sánchez está dispuesto a hablar de todo y Torra ya pide una segunda reunión en septiembre. Mientras no se cierren las puertas hay negociación posible. Por aquí se empieza.

Y precisamente en este momento, los vascos asoman en el escenario. PNV y Bildu ya tienen su referéndum. Si el soberanismo catalán insiste en la consulta pactada de autodeterminación, el nacionalismo vasco se inventa la consulta previa habilitante para presentar un nuevo Estatuto al parlamento español. Muchos años de cultura jesuítica han acabado dejando poso en aquellas tierras.