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CREMAS DE PROTECCIÓN SOLAR

Mitos y falsas creencias sobre cómo debes protegerte del sol

Entrevista a una eminencia del tema como el catedrático de dermatología Julián Conejo-Mir: ¿Y si hago deporte y estoy acostumbrado? ¿Hace falta en días nublados? ¿Cambia si tengo lunares?

Juan Aunion / EyeEm Getty Images

Madrid

Julián Conejo-Mir, catedrático de dermatología en la Universidad de Sevilla y director del servicio de Dermatología del Hospital Universitario Virgen del Rocío, respondió en el pasado SER Consumidor a una serie de preguntas, mitos, trucos y falsas creencias habituales de los usuarios sobre cómo evitar los efectos negativos de las radiaciones solares, para saber cómo protegerse mejor. Estos fueron algunas de los temas que le planteamos:

Mitos y falsas creencias sobre cómo debes protegerte del sol

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- No me pongo protector porque no me hace falta. Además, si lo uso no me voy a poner moreno.

Es una solemne barbaridad. El ser humano no está preparado para la radiación ultravioleta. La piel permite que atraviese completamente la radiación ultravioleta dentro de ella, produce mutación y provoca cáncer. No está en este momento el ser humano adaptado al medio, por lo tanto hay que usar protección.

- Los protectores solares altos impiden que coja color.

Falso. Hay diferentes tipos de radiaciones ultravioleta. Normalmente el protector filtra mucho la radiación que nos pone rojo (ultravioleta B) y mucho menos del que te pone moreno (ultravioleta A). También es verdad que los protectores solares de último grito filtran por igual los das radiaciones y los infrarrojos, porque se ha demostrado que a veces los ultravioletas A potencian a los B. Lo bueno es utilizar un protector que sea por igual para ambos.

- Uso sombrilla y gorra. ¿Es suficiente protección?

Sombrilla siempre grande, porque aunque estés debajo, te llega el sol reflejado en la arena en un 20%. Mejor todavía al fondo del chiringuito, en la barra, ahí sí que estás protegido del sol.

- No me hace falta en los días nublados o, como me pongo a la sombra y evito el sol directo, no me hace falta tampoco.

Craso error. Las nubes solo filtran un 10% de las radiaciones ultravioleta. Es decir, el 90% pasan. Un día nublado paseando por el campo recibes prácticamente la misma radiación que estando un día en la playa tomando el sol tumbado. Así que, atentos a los días nublados, ya no solo por nosotros, sino por nuestros hijos.

- Yo hago mucho deporte al sol, estoy acostumbrado a que me dé continuamente, lo hago por la mañana, es sano, así que a mí lo de la protección solar me da igual.

También falso. Es verdad que la idea de deporte, de vida al aire libre, de ocio en el campo o en la naturaleza transmite algo positivo. Pero lo que no se dice es que nosotros vamos a la playa, estamos tumbados media hora boca arriba, pero es que haciendo deporte pasamos cuatro o cinco o seis horas. Se da la incongruencia de que, a veces, recibimos mucha más radiación solar cuando hacemos deporte que cuando vamos a la playa. Atentos a los deportistas, que tienen en este momento un pico enorme de incidencia de cáncer y hay muchos estudios nuestros que relacionan deporte y cáncer de piel, las cifras son desoladoras.

- Yo con los niños estoy muy obsesionado, en la playa siempre les pongo

camiseta.

Eso está muy bien, pero hay que detallar. Por ejemplo, el algodón seco filtra aproximadamente como un protector solar 12 o 15; pero si ese algodón blanco se moja, filtra como uno de 2, prácticamente nada. Si el niño lleva una camiseta mojada, es prácticamente como si no le hubieras puesto nada. Otra cosa son las camisetas que han surgido, muy bonitas, de muchos colores, con manga larga y cuello algo elevado, esos sí, porque están hechas de una materia acrílica o de un entrelazado y con un color especial, pero no es la típica camiseta fresquita.

- Uso protector resistente al agua, así que no le tengo que estar dándome crema cada dos horas…

En los niños, es verdad que su protector solar tiene un excipiente especial, que puede ser de dos tipos: uno es agua resistente y otro es a prueba de agua. ¿Esto qué significa? Pues que multiplican un poco el tiempo adherido a la piel respecto a otro tipo de protector. Tomando como referencia un efecto de 40 minutos, el que es resistente al agua multiplica este tiempo por dos y el que es a prueba de agua, resistente total, lo multiplica por cuatro. Pero, en resumidas cuentas, cada dos o tres horas hay que cambiarlo porque un niño tiene mucho más contacto con la arena y con toallas que un adulto.

- Yo uso protector pediátrico que es más efectivo…

Hay muchos padres que me dicen: “me pongo el protector solar pediátrico, que será mejor que el de adulto”. Qué va, el protector pediátrico es idéntico al del adulto, pero está hecho pegajoso para que se adhiera a la piel y que el niño pueda revolcarse por la arena y hacer lo que quiera sin que se le vaya.

- Yo tomo suplementos orales. ¿Esto cambia algo la situación?

Esto lo dicen muchos padres, yo les pongo crema y les doy suplemento. A ver, esto es verdad, nosotros los dermatólogos lo usamos. Una protección solar 50 ya es excelente. De 50 a 90 o 100 solo varía un 5 o 6%. Uno dice: “Bueno, pues yo me tomo por boca un suplemento que lleva derivados de la vitamina A que nos tiñen la piel un poco de anaranjado rojizo, pero que no protege tanto como parece. Si tú usas una crema 50 y tomas un suplemento por vía oral, de 50 pasas a 58, pero no lo multiplicas por dos. Más vale no gastarse mucho dinero en eso.

- ¿Cambia mucho la cosa que tenga muchos lunares?

El ser humano no tiene por qué tener lunares. En el ser humano el lunar es una imperfección por desgracia. Y lo peor que tiene es que puede mutar y degenerar con el sol precisamente. Las personas con lunares (que suelen tener pieles claras) tienen más riesgos de sufrir un cáncer de piel. Tienen que tener cuidado.

- Es mejor aplicar una crema diferente para la cara que para el resto del cuerpo…

No. Como regla práctica, utilizando una crema de protección 30 ya estamos filtrando un 80-85%. Con una crema de 30 ya estamos filtrando más de un 80%. Eso sí, hay que aplicarla ponérsela bien, no hay que ponerla muy estirada y el bote no es para toda la familia. Un protector solar debe durar pocos días, tres más o menos, para una sola persona. Querer que un protector solar, argumentando que es caro, dure mucho, no funciona. Tampoco es bueno guardarlo de un verano para otro: los protectores pueden desnaturalizarse, perder propiedades, descomponerse, originar alergias. Un protector solar debe ser como un vino tinto: que se compra para ser consumidor.

 

 
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