El frenesí, para la oposición

Reivindicaban ayer los expresidentes González y Aznar un par de acontecimientos muy ligados entre sí: la transición y la Constitución de 1978. No era esa la posición de José María Aznar en aquellos años, que si alguien todavía no ha leído sus artículos de 1979 en La Nueva Rioja, pueden teclear en Google el apellido del ex presidente junto con el del periódico, y allí los encontrarán. En fin, pelillos a la mar y volvamos al presente. Más favorable a cambios en el texto constitucional se ha mostrado González que Aznar. Y no estaría de más hacerlos. Pero agradeceríamos que esa labor, tan difícil, tuviera un inicio muy pensado y muy trabajado. Debe frenar sus ímpetus espasmódicos Pedro Sánchez, que a un enorme objetivo político le suma otro nuevo cada cinco minutos. Un poco de reflexión no vendría mal, que la calma siempre favorece la prudencia en el juicio. El frenesí, señor presidente, solo conviene a la oposición, necesitada del movimiento continuo, cual peonza infinita, pero no ayuda a los Gobiernos y aún menos a su presidente, que la cordura y el comedimiento siempre se les agradece a las autoridades. Jueguen Casado y Rivera al hula hoop, que son quienes están obligados a mover la cintura sí o sí para que no se les caiga el aro. Y por favor, señor Sánchez, ponga siempre las comillas donde corresponda.