Ilumínenos, señor Casado

Quinientos sesenta millones, millón más, millón menos, hablan español en el mundo. Pues esos son, exactamente, los potenciales lectores que se han podido echar al coleto la famosa tesis doctoral de Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Es un auténtico horror, han dicho varios de los comentaristas de la prensa de la caverna, aunque dada la calidad moral que han acreditado a lo largo de los años, este Ojo puede asegurar que dicen lo que dicen sin tan siquiera haberse acercado a ella. Lo mismo da para el caso que nos ocupa. Al menos, todos han podido constatar el grado de calidad -más bien escasa, según parece- de la prosa e incluso de los saberes del presidente. Pero ahora, a la vista de que la Fiscalía dice que se deje tranquilo a don Pablo Casado, que no hay que molestarle por los másteres y otras bagatelas, tan ocupado como está en salvar a España del rojerío, se nos ocurre que lo menos que podíamos exigirle es que muestre a los ciudadanos de este ignorante país toda la sabiduría que sin duda comprendían los 92 folios, distribuidos en cuatro títulos, de sus esforzados trabajos. No sea usted tan tímido, don Pablo, y acceda a sacarlos de la procelosa oscuridad en la que se encuentran. Seguro que eran tan sabios como los de Cristina Cifuentes. Deslúmbrenos, joven Casado. ¡Tenemos tanto que aprender!