No hay nada que hacer
Torra y Puigdemont buscan ampliar su clientela por la vía de la dramatización y la épica y el gran acelerador que significaría la sentencia de los juicios, muy probablemente condenatoria
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Madrid
No hay nada que hacer. El ultimátum de Torra es doblemente inaceptable por ultimátum y por imposible. El órdago es una insolencia y un desafío con el cual Torra reafirma su papel de agraviado al que se le está acabando la paciencia que magnánimamente nos iba regalando. Esa actitud demuestra que no ha estado nunca dispuesto a dialogar o que llama diálogo al simple procedimiento para que se le pague lo que se le debe. Inaceptable por razones de dignidad básica, pero además porque es imposible. Sánchez no podría ofrecer el referéndum como el que Torra exige aunque quisiera, que no quiere, porque necesitaría unos apoyos de los que carece. La farsa ha terminado.
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La buena voluntad del PSOE va a servir de muy poco. Torra y Puigdemont buscan ampliar su clientela por la vía de la dramatización y la épica y el gran acelerador que significaría la sentencia de los juicios, muy probablemente condenatoria. Y no creo que les perturbe, aunque en principio pudiera parecerlo, que su ultimátum contribuyera al crecimiento reactivo de Ciudadanos y del PP porque sería más leña para el ara del martirio. Todas las incógnitas se han despejado. Solo falta por saber si se va a romper o no la unidad soberanista o cuándo.
No hay nada que hacer
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