¿Un crimen machista es un reclamo turístico?

Madrid

Cuando creíamos haberlo oído todo, siempre nos llega una nueva remesa de barbaridades. Un concejal de Ciudadanos en Alcañiz, Joaquín Galindo, al defender la enseñanza concertada en un pleno municipal no se le ocurrió otra cosa que alabar los excitantes uniformes de las niñas de los colegios de monjas, que marcaron su adolescencia. La otra barbaridad, aún peor, la del alcalde de Torrox, que un día después del asesinato de una mujer no se le ocurrió otra cosa que afirmar en una emisora municipal, como aspecto positivo de la tragedia, que su ciudad se había colocado en el mapa gracias a la presencia de medios. “Algo habremos hecho bien”, remató.

Todos tenemos un mal día y a veces decimos lo que no queremos. Pero hay que tener el cerebro muy cortocircuitado para conectar la educación con los excitantes uniformes de las chicas o para concluir que un crimen machista puede actuar como eficaz señuelo turístico. En ambos casos se han pedido responsabilidades. Esperemos que, al menos, los respectivos presenten unas disculpas acordes con sus barbaridades. Y que la próxima vez piensen cinco segundos antes de hablar. Para evitar el tropiezo, si lo es, o para no dejar sus vergüenzas al aire.