De Buenas a Primeras
Sociedad
un mal día lo tiene cualquiera

El primer hombre de la historia que se jubiló a los 46 en una isla... y se lo tomó mal

El 11 de octubre de 1815 llegó Napoleón a la isla de Santa Elena, es verdad que era un exilio forzado, pero por qué no ver también una jubilación dorada en aquella oportunidad

El primer hombre de la historia que se prejubiló a los 46 en una isla... y se lo tomó mal

El primer hombre de la historia que se prejubiló a los 46 en una isla... y se lo tomó mal

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A veces, las cosas no salen como uno hubiese querido. Y, a veces, parece que el destino gasta bromas especialmente pesadas, irónicas, hechas como con mala leche. Como, por ejemplo, cuando sales de casa por la mañana bajo un sol radiante, y diez minutos después te cae encima el diluvio universal; o que estés en paro un año y en la misma semana te ofrezcan tres trabajos, elijas uno y te echen al cabo de un mes. O, todavía peor, que dediques tu vida a conquistar países y te obliguen a pasar tu vejez castigado en una isla perdida. Que se lo digan a Napoleón Bonaparte.

Como seguramente sabréis, Napoleón Bonaparte conquistó o controló los territorios de España, Italia, Suiza, Holanda, Bélgica, Alemania, Dinamarca, la antigua Prusia… Vamos, más de media Europa.

Napoleón tenía más ansias expansionistas que tu pareja cuando invade tu lado de la cama en medio de la noche y se pone en posición de estrella de mar. Pero los ingleses, vecinos y enemigos de Francia de toda la vida, no podían ni verlo, así que cuando tuvieron la oportunidad, le hicieron una buena faena: lo encarcelaron y lo desterraron a Santa Elena, una isla perdida en medio del Atlántico. Napoleón llegó a su destino tal día como hoy en 1815. Y ojo, a muchos de nosotros seguramente no nos importaría que nos desterrasen a una isla tropical, pero Napoleón era un tío activo, estaba acostumbrado a organizar invasiones y ganar batallas; es de suponer que la vida en Santa Elena le pareciese, como mínimo, aburrida. De conquistar continentes, a vivir encerrado en una isla británica. Ironías de la vida.

Eso es un drama vital, y no la mancha de café que tienes en la camisa.

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