¿Erdogan es un adalid de las libertades?

Madrid

La contundencia del presidente turco Erdogan en la investigación y denuncia de las torturas y asesinato del periodista Jamal Khashoggi ha sido un factor fundamental para que Arabia Saudí haya acabado reconociendo el crimen. Seguramente, de no haber sido por él, la desaparición del periodista habría quedado envuelta en una nebulosa disuelta por el tiempo ante la apatía de la comunidad internacional, tan mirada siempre con según qué sátrapas.

Pero su actuación puede confundir al desinformado. Porque mientras Erdogan se preocupa de la trágica suerte de este periodista, lleva tiempo ocupándose en encarcelar y torturar a sus colegas turcos, en cerrar decenas de medios de comunicación y en presionar a los que permanecen abiertos, hasta convertir la libertad de expresión en una anécdota y a su país, según ha denunciado Reporteros sin Fronteras, en la mayor prisión de periodistas junto a China. Así que cuando se acabe de saber qué pasó en el consulado con el periodista saudí puede empezar a preocuparse por qué pasa en sus propias cárceles con los periodistas turcos. Y si no lo hace, la Unión Europea debería forzarle, aunque le tengamos subcontratado como gendarme de nuestras fronteras.