¿Por qué ha enmudecido Pablo Casado?

Madrid

La última entrega de la factoría Villarejo, grabada en 2009, tiene como marco la sede central del PP, como protagonista a la que entonces era secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal y como secundario a su marido. El comisario ofreció a ambos información secreta sobre la instrucción y las operaciones policiales abiertas sobre la trama Gürtel y Cospedal le pidió que hiciera para ella “trabajos puntuales”.

Al margen de los supuestos delitos del policía, las conversaciones ponen en la picota política a Cospedal. Y sorprende el silencio que sobre este asunto mantiene desde hace tres días el líder del PP, Pablo Casado, un hombre que nos sorprende a diario con las más variadas teorías. Desde la hispanidad al golpismo, pasando por el, según él, inexistente problema de la eutanasia, y que se mostró implacable con la ministra Delgado cuando se desvelaron conversaciones de sobremesa con el inefable policía. El silencio puede ser la antesala de la definitiva defenestración de Cospedal en el partido, a la que estarían preparando un “lopetegui”. Pero cada minuto que se extiende mina el perfil de un líder en construcción, voluble en la exigencia de responsabilidades según se trate de propios o ajenos.