Algo feo de veras

Un estremecimiento sombrío recorre la superfície de Occidente bajo el nombre de populismo. Los ultras avanzan sobre la piel de la democracia minando su legitimidad y se extienden sin apenas frenos. Donald Trump y Jair Bolsonaro entran en esa categoría, pero es que la extrema derecha gobierna también Italia, Austria y varios países del este y es la segunda fuerza política en Francia.

España, que presumía de ser uno de los pocos países que había evitado la marea ultra, entró ayer de una vez por todas en Europa, pero para mal. Y de paso se cargó otro mantra. Presumíamos de ser una de las sociedades que mejor toleran la inmigración, pero ayer entró en el parlamento andaluz un partido que habla de invasión migratoria.

El castañazo de Susana Díaz es formidable; la subida de Ciudadanos es imponente; la resistencia del PP es destacable; pero la irrupción de Vox abre una nueva etapa política cargada de incertidumbre.

Si una ideología entra de esa manera en un parlamento significa que ha logrado capturar algo de la realidad social. Vox ha logrado capturar una mezcla de miedo, desencanto, desengaño, decepción y tremendo disgusto.

Anoche en la política española se encendió un interrumptor, se alcanzó un momento decisivo, cambió un resorte importante... elijan ustedes la metáfora. Pero es la metáfora de algo feo de veras.