Hora 25El dietario de Ramoneda
Opinión
El dietario de Ramoneda

El independentismo ha de bajar de la nube

Josep Ramoneda analiza la situación de tensión en Cataluña tras las últimas declaraciones de Torra en las que apostaba por la vía eslovena para la indepndencia y la amenaza del gobierno de Sánchez de asumir el control de los Mossos

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Barcelona

La actuación de la policía catalana contra los CDR que querían impedir una manifestación españolista en Girona, provocó que el presidente Torra diera un plazo al conseller Buch para que purgara la dirección de los mossos. Hoy, Buch ha acabado pidiendo disculpas a los mandos de la policía, validando su actuación e intentando pasar página al desliz del presidente. Torra, que mientras esto ocurría estaba haciendo un ayuno solidario con los presos en huelga de hambre, tiene que decidir si quiere gobernar el país o si quiere simplemente dedicarse a mantener viva la tensión, ante la imposibilidad de dar pasos efectivos hacia la república. Y obrar, en consecuencia. Las ocurrencias cansan. Y hasta el presidente del Parlament, Roger Torrent, le ha corregido: mi modelo no es el esloveno, es el escocés de un referéndum pactado. Que cada palo aguante su vela. El independentismo ha de bajar de la nube, si no quiere que en vez de ganar aliados, la gente se le escape. El malestar social existe y ha empezado ya a manifestarse. No se puede vivir infinitamente de la promesa. Ni pretender que la ciudadanía absuelva al gobierno de sus responsabilidades en los problemas de la vida de cada día a la espera de una independencia que todo el mundo sabe que no está en el orden del día.

Y lo que es triste también es que gobierno y partidos españoles caigan en la provocación y respondan a los exabruptos de Torra con amenazas e insinuaciones que apuntan siempre a la vía represiva. No hacen más que alimentar su delirio. Díganlo con la fórmula que quieran, pero esta crisis solo tiene salida política. Y desde las instituciones españolas se ha hecho muy poco, y tarde, para encontrarla.

Hace 70 años la Declaración Universal de los Derechos Humanos consagraba la dignidad del ser humano como principio fundamental del gobierno legítimo. Hoy la declaración sigue teniendo valor referencial, a pesar de que la dignidad de las personas sigue siendo violada sistemáticamente en infinidad de lugares, también entre nosotros. Pesa sobre el documento la marca de origen Occidental que dificulta la adhesión de Asia y África. La Declaración tiene dos asignaturas pendientes: dar la voz al pensamiento potscolonial, para que realmente sea de todos, e incorporar nuevos derechos frutos de los cambios tecnológicos, sociales y culturales. Y un déficit estructural: la falta de capacidad coercitiva para imponer su cumplimiento.

 
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