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un mal día lo tiene cualquiera

La prostituta travesti que en 1394 sacó los colores a todos los tribunales ingleses

Eleanor Rykener puso en jaque a la justicia londinense cuando fue detenida practicando la prostitución, su declaración dejó a todos sin saber qué hacer ni cómo actuar. Quedó libre

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A día de hoy, sigue siendo complicado que la gente no opine sobre tu vida sexual. Aunque teóricamente es algo que sólo debería concernirte a ti y a la persona con la que compartes tu intimidad, siempre hay guardianes de la moralidad que insisten en meterse en tu cama.

Pero claro, todo esto era mucho peor en 1394. El 11 de diciembre de este año fue arrestado en Londres un tal John Rykener que iba vestido de mujer y supuestamente estaba ejerciendo la prostitución con un cliente masculino, bajo el nombre de Eleonor. Que la prostitución en sí no era estaba muy bien vista pero las autoridades acostumbraban a hacer la vista gorda.

Lo que era intolerable era el cargo de sodomía, que no se consideraba exactamente un crimen, sino un acto contra la moralidad. Debido a esto, eran los tribunales eclesiásticos los que debían dictar la pena impuesta al imputado. El castigo podía ir de la castración y posterior lapidación, a la hoguera o, en el mejor de los casos, la condena a galeras.

No os sorprenderá saber que Rykener, en su confesión, explicó que había tenido encuentros sexuales con cuatro franciscanos, un carmelita, tres capellanes y muchos curas. También admitió que había ofrecido y vendido sus servicios a mujeres, incluidas “muchas monjas”.

Es probable que el hecho de tener tanta parroquia entre los eclesiásticos fuese lo que salvara a Rykener de ser condenado. Por una parte, los tribunales comunes no sabían ni como afrontar el concepto de un hombre prostituyéndose, mientras que los tribunales eclesiásticos probablemente calcularon que tenían más que perder que ganar en el caso.

Por una parte, es motivo de una cierta alegría que el caso no acabara en condena, por otra, nos recuerda que la afición a meternos en la vida privada de los otros es tan antigua como la humanidad.

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