Conectados y controlados

No es la primera vez, ni será la última, en que al asomarnos a La Ventana nos topemos con algún elemento del paisaje digital que nos sorprenda. No es nada extraño por la velocidad con la que ha nacido este universo y por cómo se va expandiendo.

Hace un par de días, por ejemplo, nos exclamábamos de cómo la pornografía atropella a niños y adultos en la red sin ningún tipo de distinción ni miramiento. Hoy nos enteramos de que la Agencia Española de Protección de Datos ha multado a La Liga de fútbol por utilizar el micrófono del móvil de los usuarios de su aplicación en un intento de cazar a los bares que emiten ilegalmente los partidos.

La Liga ha presentado recurso y este litigio no ha llegado aún al final; pero lo que más me interesa es el fondo de esta historia, lo que nos invita a plantearnos si con los teléfonos llamados inteligentes estamos perdiendo cualquier esperanza de privacidad.

Lo peor es que lo sabemos -o deberíamos saberlo- pero hacemos poco o nada por evitarlo. Cada vez que le damos al “acepto”, cada vez que nos bajamos una aplicación gratuita… Como nadie se lee la lista de condiciones y letra pequeña, pues estamos abriendo la puerta –o la ventana en este caso- a nuestra intimidad. Datos, costumbres, preferencias, conversaciones en algún caso… ¿Esto es reversible o tenemos que resignarnos? ¿El precio por estar conectados es estar controlados?